Ernesto Benítez, activista y docente popular, recibió una disculpa pública del Estado paraguayo por las torturas sufridas tras su detención en una protesta de campesinos en 2003, que resultó en la muerte de Eulalio Blanco y dejó siete heridos. Benítez, hijo de un activista contra la dictadura de Stroessner y una agricultora, recordó durante el acto haber sobrevivido a dos intentos de asesinato y torturas.
El Estado dejó en su cuerpo cicatrices físicas y psicológicas, expresó Benítez, quien no guarda odio. En 2003, fue torturado por agentes del Estado durante su detención, según la Codehupy. En 1995, siendo director de una escuela en Tava Guaraní, recibió un disparo que le costó parte de un pulmón y dejó 21 heridos y un muerto.
Benítez recordó haber presenciado las torturas a su padre en 1973 y 1975. En su discurso, reclamó al Estado y expresó su deseo de un país basado en solidaridad y respeto a la vida, defendiendo a indígenas, campesinos, mujeres, niños, jóvenes y adultos mayores.
Asunción (EFE).- Ernesto Benítez, el activista que se define como docente popular, escuchó del Estado paraguayo una disculpa pública por las torturas que sufrió tras detenérsele en una protesta de campesinos en junio de 2003, que se saldó con la muerte de Eulalio Blanco, cuya responsabilidad también reconoció Asunción, y dejó a otros siete heridos.
Por EFE
Uno de los ocho hijos de un activista contra la dictadura de Alfredo Stroessner (1954-1989) y de una agricultora de hoy casi 90 años, Benítez recordó en el acto oficial que es sobreviviente “a dos intentos de asesinato y una tortura”.
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“En 8 años, el Estado, a quien creía representar, dejó grabado en mi cuerpo 9 marcas, cicatrices, sin contar las dolorosas huellas sicológicas. Mi cuerpo es la síntesis, la radiografía del dolor, la violencia y el terror que durante siglos soporta nuestro pueblo”, se dolió este hombre, que dejó claro en su discurso que no guarda rencor ni siente odio contra nadie.
En 2003, según la Coordinadora de Derechos Humanos del Paraguay (Codehupy), Benítez “fue víctima de tortura por agentes del Estado” durante su detención.
Ocho años antes, en 1995, cuando aún era director de la escuela “de la Libertad, José Gaspar Rodríguez de Francia”, que fundó a sus 22 años como docente estatal en la lejana comunidad de Tava Guaraní, recibió un disparo de escopeta por el que se le extirpó parte de un pulmón.
Esa vez perdió la vida Pedro Jiménez, de 18 años, y otras 21 personas resultaron heridas, relató Benítez a EFE.También reclamó en esta jornada al Estado que presenció con apenas 3 y 5 años las torturas que sufrió su padre en 1973 y 1975, en su propia casa.
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Y aunque en su discurso, que leyó entre lágrimas, mencionó a algunos de los asistentes y frases en guaraní, se quejó de que el conjunto de instituciones del Estado no puede ser “garante pleno de los derechos humanos” por actuar “en forma parcialista en favor de una minoría”, se concentró mayoritariamente en defender el amor, la tierra y la naturaleza.
“Yo sueño con un país, una sociedad diferente. Yo sueño con un Estado que tenga como base, como esencia, como valor supremo, la solidaridad, la hermandad, el humanismo, el amor y el sagrado respeto a la vida”, afirmó este docente, que salió en defensa de los indígenas, campesinos, mujeres, niños y jóvenes e incluso abogó por el respeto a los adultos mayores.