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Desde los maltratos en casa hasta llevar un cuchillo a la escuela para defenderse, Ryan Gosling tuvo un pasado difícil antes de convertirse en una estrella de

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Protagonizó una de las películas románticas más recordadas: Diario de una Pasión. Ganó el Oscar con un musical: La La Land. Se animó a la comedia: Dos tipos peligrosos. Fue un seductor en Loco, Estúpido, Amor, y un tipo recio en Drive. También hizo de profesor de escuela adicto a la cocaína: Half Nelson. Ahora, se prueba en el cine de acción, con El hombre gris. Quizás, lo único que le faltaba a Ryan Gosling es ser un muñeco. Y de alguna manera, lo será: en Barbie (Margot Robbie) hará de Ken. El resultado de esta apuesta tan arriesgada está por verse. El año que viene, más precisamente, cuando se estrene el -ya tan- publicitado filme.

Por Infobae

Y es que este hombre nacido el 12 de noviembre de 1980 en London, Canadá, logró la versatilidad como actor. Desde niño estuvo en su cabeza el sueño de estar en la pantalla, ya sea en cine o en televisión. A los 12 años le llegaría la primera posibilidad cuando se enteró de un casting abierto para el regreso de Mickey Mouse Club que se llevó a cabo en Montreal. Y no lo dudó. Pidió en su familia que lo llevaran a la prueba y le dieron el gusto. Hizo la audición y los productores notaron de inmediato sus dotes. Terminó firmando un contrato de dos años con Disney Channel.

Ilusionado, Ryan cruzó la frontera y se mudó a Orlando, Estados Unidos. Pero su participación no fue la esperada: no le dieron el rol que parecía que iba a tener. La explicación que le dieron es que no veían en él a un chico que iba a seguir por la senda artística. No obstante, muchos años después recordaría aquella experiencia como los dos mejores años de su vida. Conoció otro mundo y también su futuro, pese a que los productores no lo habían percibido.

Sucede que de esa camada participaron por entonces chicos chicos que hoy son conocidos a nivel mundial como Britney Spears, Christina Aguilera y Justin Timberlake, entre otros. Al su lado, por entonces Gosling pasó inadvertido. Más tarde admitiría que como los productores encontraron en sus compañeros cualidades muy especiales, pusieron en ellos toda su atención, relegando al resto del elenco -Ryan incluido- a papeles secundarios. Claro que esa circunstancia no lo haría bajar los brazos: siguió por el camino de la actuación y la música.

Aquella mala experiencia ocurrió en un momento especial para él. Dramas familiares, distintas vivencias en su casa se transformaron en su peor pesadilla. Y esto repercutió en su vida diaria, en el colegio y sus actividades. Fue a los 13 años, cuando sus padres se separaron. Ese adolescente que tenía como personaje favorito al Rambo de Sylvester Stallone, no dudaba en resolver todo a golpes de puños, lo que lo llevó a ser tildado como problemático en el colegio; a partir de ahí, hasta sus maestros lo miraban de reojo.

Una infancia marcada a fuego

Donna, la mamá de Ryan, trabajaba como secretaria, y Thomas, su padre, se desempeñaba en una fábrica de papel. Eran mormones y la familia creció bajo el manto de la religión. En alguna oportunidad el actor contó que eso se aplicaba a todo: desde lo que comían a cómo se vestían. Pero él nunca sintió ese camino, y allí encontraría apoyo en su madre. “Ella era muy astuta, me decía que esa religión era una opción, pero no la única, y que yo debía encontrar mi propia verdad”, comentó en una nota con la revista Star.

Fue a los 13 años de Ryan que Donna y Thomas se separaron. El hombre se fue de la casa y el niño se quedó con su mamá y con su hermana mayor, Mandi. Su compañeros de escuela comenzaron con el bullying cuando supieron de la ruptura de los Gosling. Su respuesta era a los puños. Y más… En una oportunidad llevó un cuchillo de carnicero en la mochila y no dudó en sacarlo cuando lo molestaron. A las autoridades escolares les contó que lo había visto en Rambo, y que siempre quiso un cuchillo similar para defenderse.

Los problemas en el aula no concluían en las bromas de sus compañeros y en su reacción violenta: sus profesores empezaron a notar actitudes que encendieron las alarmas. El alumno Gosling se distraía, no prestaba atención, y debía tenían explicarle cada tema una y otra vez. Aún así, no siempre lograba aprender. “Me esforzaba mucho, pero no podía recordar qué era lo que enseñaban los maestros”, explicó en una entrevista. “Me resultaba muy difícil aprender cosas que para el resto eran de lo más sencillas, y por eso me llevaron a clases de educación especial”.

Más allá de lo que ocurría en la escuela, nunca dejó de lado actuación. Tras su paso por el mundo Disney, a mediados de los 90 fue parte de ¿Le temes a la oscuridad?, una serie juvenil de gran repercusión. Al poco tiempo, en 1998, le llegaría la oportunidad de protagonizar cuando lo llamaron para la serie Young Hércules. Estos trabajos le dieron un vuelo que lo convirtieron en una de las promesas de Hollywood. Un joven con talento y con todo para triunfar.

En 2002 fue parte de Cálculo mortal, una película sin pena ni gloria pero que será recordada por los avatares del corazón. Compartió elenco con Sandra Bullock y en el rodaje nació un romance que duró un año. En 2004 Gosling se lució y tocó el cielo con las manos tras su desempeño en Diario de una pasión (y aquel vínculo de amor, odio y amistad con Rachel McAdams). Sirvió para confirmar lo que venía mostrando. Así, fue pasando de un proyecto a otro. Aunque también vendría los traspiés.

El primero lo tuvo en 2009 cuando lo llamaron para Desde mi cielo. Negoció con el director, le pidió ser el padre de la familia principal y se lo concedió. Pero al momento de filmar, lo despidieron: “Cuando me contrataron pesaba 70 kilos y cuando me presenté a filmar, había aumentado a 95 kilos. Y la verdad es que la producción y yo tuvimos una idea muy distinta con respecto a cómo debía lucir mi personaje. Yo realmente pensaba que ese hombre debía pesar casi cien kilos, creía en esa idea y me entusiasmaba hacer ese trabajo. Cuando me presenté en el set, me dijeron: ‘¡Te ves terrible!’. Yo pensaba que eso era un elogio pero no lo era, y me despidieron”.

En 2011 recuperó su peso y el protagonismo cuando hizo Drive. La gran apuesta (2015) y la premiada La La Land (2016). Y la posibilidad de ser Neil Armstrong en First Man (2018). Pero en ese momento, estando en lo más alto, Gosling dio un paso al costado. Entendió que debía atenuar la exposición y enfocarse en su familia. En 2011 había conocido a la actriz Eva Mendes y juntos fueron padres en dos oportunidades: en 2014 nació Esmeralda y en 2016 tuvieron a Amanda.

Sucede que casi no pasaba tiempo con ellas. Ryan comprendió que debía compartir más, tener más espacio para las tres. De alguna manera, no quiso repetir carencias que enfrentó en su infancia. A lo ya narrado, el actor recuerda una y otra vez la violencia verbal y el maltrato de sus padres antes de separarse. “Me estaba volviendo loco por los gritos que se escuchaban todo el tiempo, había algo en mi cabeza que estaba haciendo cortocircuito. Había malos tratos entre ellos y abuso de alcohol”.

Hoy, todo aquello es un mal recuerdo. Logró romper barreras, hacerse un lugar y triunfar en la pasión que abrazó siendo un niño. Hace pocos meses regresó a la actuación. Se lo puede ver en Netflix, en la mencionada The Gray Man, brillando nuevamente, haciendo lo que ama. Para Ryan Gosling, es tiempo de disfrutar.

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