A comienzos de 2019, Andy Voge, de 33 años, fue a ver a su médico primario porque tenía un bulto en el abdomen. Lo que en primera instancia parecía ser una simple hernia umbilical terminó siendo una rara forma de cáncer de apéndice, o pseudomixoma peritoneal, conocido como PMP.
Al PMP también se le llama informalmente barriga de gelatina, que suele comenzar como un tumor de crecimiento muy lento en el apéndice que suele no dar ningún tipo de síntoma hasta que se revienta y comienza a expulsar mucosidad. Esta mucosidad repleta de células cancerígenas comienza a ocupar todo el espacio abdominal. Esa sustancia gelatinosa eventualmente se solidifica a un punto de dureza comparable con el cemento, envolviendo o estrangulando el resto de los órganos del abdomen.
El mayor problema es que se trata de un cáncer de crecimiento tan lento que suele pasar desapercibido por años, y al ser diagnosticado suele ser muy tarde ya. Además, es tan raro -entre dos y cuatro casos cada un millón de personas- que la mayor parte de los médicos suele no identificar las señales. En el caso de Voge, tras su diagnóstico tuvo una primera cirugía en la clínica Mayo (especialistas en el tratamiento del cáncer).
Le realizaron el tratamiento tradicional que consiste en una cirugía para extirpar la mayor cantidad de tejidos cancerígenos posibles más una quimioterapia caliente para tratar de eliminar las células malas restantes. Es probable que el PMP no se cure, pero se mejoran los síntomas y la esperanza de vida.
Seis semanas después de su cirugía, Voge volvió a una vida relativamente normal y decidió disfrutar al máximo sus días viajando con su esposa. El control a los seis meses fue satisfactorio, pero cuando volvió al médico un año después de su cirugía, el cáncer había vuelto.
Su salud decayó rápidamente, ya no podía ni beber agua sin vomitarla de inmediato y esto provocó que estuviera desnutrido y deshidratado. Su cuerpo no resistiría otra cirugía como la de un año atrás y la quimioterapia no era una opción. Voge pertenecía al 25% de la población con PMP cuyo cuerpo no respondía al tratamiento tradicional.
Allí es donde entra en escena el doctor Anil Vaidya, un médico inglés que recién llegaba a trabajar a los Estados Unidos. El doctor Vaidya le propuso a Voge un tipo de cirugía que había realizado en su país natal, pero que nunca se había hecho para un caso como el de Voge en los Estados Unidos: un trasplante multiorgánico.
Durante meses estuvo internado esperando un donante que parecía no llegar. Su miedo pasó de ser lo que podría ocurrir con una cirugía de tal magnitud a pensar que quizás la donación no llegaría a tiempo.
Pero finalmente llegó: un solo donante proveyó los órganos que Voge necesitaba. En una misma cirugía se le extirparon todos los órganos enfermos y reemplazaron sus intestinos, estómago, páncreas e hígado sanos. Voge pasó seis semanas hospitalizado tras el trasplante multiorgánico, donde entre otras cosas superó una neumonía, y finalmente pudo volver a su hogar.
Ya ha pasado un año desde su trasplante y Voge come normalmente y hasta ha vuelto a montar en bicicleta en trayectos de 50 kilómetros. Su cirugía es considerada el primer trasplante multiorgánico exitoso para tratar un caso raro de PMP.