La deforestación en la Amazonía brasileña disminuyó un 30,6 % entre agosto de 2023 y julio de 2024, tras una caída del 22,3 % en el periodo anterior, informó el Gobierno. La tala afectó 6.288 km², el menor en nueve años, frente a los 9.001 km² previos, según el Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales. Combinando ambos periodos, bajo el mandato de Lula da Silva, hubo un retroceso del 45,7 % en la tala, salvando 7.900 km² de selva. En el Cerrado, la deforestación cayó un 25,7 % y se afectaron 8.174 km². Esto contribuyó a una reducción de 400 millones de toneladas de CO2 en emisiones de gases de efecto invernadero. La disminución se atribuye a la estricta aplicación de normas ambientales, con un aumento del 98 % en sanciones, la ampliación de tierras indígenas y áreas de conservación. Las políticas contrastan con la anterior administración de Jair Bolsonaro. La ministra Marina Silva destacó los esfuerzos integrados del gobierno para combatir la deforestación.
Brasilia (EFE).- La deforestación en la Amazonía brasileña cayó un 30,6 % entre agosto de 2023 y julio de 2024, después de que en el periodo anterior lo hiciera otro 22,3 %, informó este miércoles el Gobierno.
Por EFE
La superficie que se afectó por la tala fue de 6.288 kilómetros cuadrados, el menor resultado en nueve años y una reducción frente a los 9.001 kilómetros cuadrados destruidos en el periodo anterior, según la medición más precisa de la deforestación que divulga anualmente el Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales.
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Si se suman los dos últimos resultados, que corresponden principalmente al mandato del presidente Luiz Inácio Lula da Silva, se registró un retroceso del 45,7 % en la tala y se salvaron 7.900 kilómetros cuadrados de selva.
En el Cerrado, como se conoce la rica sabana tropical situada en el centro de Brasil, la deforestación se redujo un 25,7 % en el último año y el área que se afectó fue de 8.174 kilómetros cuadrados.
Se trata de la primera caída después de un lustro de aumentos en un ecosistema que vive bajo la presión constante del sector agropecuario.
Con la reducción de la tala tanto en la Amazonía como en el Cerrado, el Ejecutivo calcula que en los últimos dos años hubo una disminución en las emisiones de efecto invernadero de 400 millones de toneladas de CO2 respecto al periodo anterior.
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El Gobierno atribuyó la caída en la deforestación a la mano dura ejercida en la aplicación de las normas ambientales, con un aumento del 98 % en las sanciones y embargos impuestos por el Instituto Brasileño de Medio Ambiente a los infractores.
Al mismo tiempo, en los últimos dos años con Lula como presidente, las tierras indígenas se ampliaron en 8.100 kilómetros cuadrados y las áreas de conservación, en 3.030 kilómetros cuadrados.
Estas acciones contrastan con la laxa política medioambiental del expresidente ultraderechista Jair Bolsonaro (2019-2022), quien se opuso a la creación de nuevas reservas indígenas y parques naturales y vació de efectivos los órganos responsables por la aplicación de las normas.
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La ministra de Medio Ambiente, Marina Silva, apuntó durante la presentación de los resultados al “inmenso esfuerzo” y al trabajo “integrado” emprendido por las autoridades federales y las fuerzas de seguridad para combatir la deforestación.
El Gobierno, además, mejoró este año la resolución de las imágenes satelitales usadas para monitorear la tala e incorporó tecnología de radar, que permite rastrear el territorio cuando el cielo está cubierto de nubes.