Alrededor de 40.000 trabajadores ferroviarios británicos realizaron una huelga el miércoles, un mes después de la huelga más grande en 30 años, en un momento en que el Reino Unido lucha contra su peor crisis del costo de vida en décadas.
La huelga nacional por mejores salarios y en contra de cortes de personal redujo al 20 % el servicio de trenes, paralizando de facto la red ferroviaria con solo uno de cada cinco trenes en marcha y causando una gran interrupción a los viajeros de las horas pico, ya que muchos simplemente se quedaron en casa.
Con la inflación en su punto más alto en 40 años y a punto de empeorar, la crisis del costo de vida presenta un gran desafío para la secretaria de Relaciones Exteriores, Liz Truss, y el ex ministro de Finanzas, Rishi Sunak, quienes compiten para reemplazar al primer ministro, Boris Johnson, en una competencia por el liderazgo.
Mick Lynch, secretario general del sindicato ferroviario RMT, argumenta que las huelgas son necesarias ya que los salarios no han logrado mantener el ritmo de la inflación del Reino Unido, actualmente en 9,4 por ciento y en camino de seguir aumentando.
“Network Rail no ha hecho ninguna mejora en su oferta salarial anterior y las compañías de trenes no nos han ofrecido nada nuevo”, dijo, antes de recordar que la intención de las empresas es “despedir a dos o tres mil de nuestros miembros.
La huelga de 24 horas del miércoles se produce después de que RMT organizara una huelga de tres días el mes pasado, que también paralizó virtualmente la red ferroviaria.
“El gobierno debe dejar de interferir en esta disputa para que los empleadores ferroviarios puedan llegar a un acuerdo negociado con nosotros”, dijo Lynch.
El dirigente sindicalista acusó la compañía encargada de la infraestructura ferroviaria, Network Rail, de pretender “el cierre de las taquillas en todo el país”, lo que a su juicio perjudicaría a “las personas discapacitadas y todas aquellas que necesiten asistencia”.
“Lo único que ofrecen son despidos, y eso es inaceptable”, dijo, y criticó el plan de subir los salarios de los trabajadores ferroviarios un 4 % en los dos próximos años, por debajo del aumento previsto para los empleados del sector público.
El RMT se muestra especialmente frustrado con las declaraciones de la ministra de Exteriores, Liz Truss, favorita en la carrera por suceder al primer ministro, Boris Johnson, que ha tildado de “completamente irresponsable” la huelga.
Network Rail, por su lado, considera que el sindicato se ha levantado de la mesa de negociaciones sin ni siquiera dar a sus afiliados la oportunidad de expresarse sobre la oferta de la empresa.
Según el negociador jefe de la compañía, Tim Shoveller, además de una subida del 8 % en dos años, Network Rail también garantiza que no habrá despidos obligatorios, pues todas las salidas serán voluntarias.
El ministro de Transportes en funciones, Grant Shapps, declaró hoy a la BBC que se siente “muy frustrado” por el paro, que encuentra “totalmente innecesario”.
“Ahora es el momento de endurecer las leyes sindicales en este país”, agregó Shapps.
Los trenes y autobuses del metro de Londres funcionaron con normalidad, pero Eurostar redujo la cantidad de trenes a través del Túnel del Canal como efecto colateral, a pesar de que su personal no se unió a la huelga.
Se espera que los servicios se reanuden el jueves temprano.