Nuestro país es uno de los escenarios más ricos en relatos fantásticos, aquellos que intentan dar una explicación a sucesos curiosos que puede causar más de un susto en los oidores. Estas historias se mantienen viva entre los peruanos gracias a su transmisión de generación en generación. Aunque ciertos datos pueden verse alterados, ya que su versión original se suele alterar, la esencia del mismo se mantiene, causando el mismo impacto.
Por Infobae
La costa, sierra y selva conservan estas narraciones que se han masificado por la herencia de los antepasados y de las plataformas digitales que albergan estas manifestaciones, orales o escritas, que permiten llamar la atención de muchos, sin que la edad sea un obstáculo.
Sin ir muy lejos de Lima, existe una ciudad que preserva una de las historias más misteriosas, y que pocos conocen. Esta une al mar y a un grupo de hombres que entregaron su vida para conocerla y navegar en ella. En ese espacio, una criatura marina mitológica marcó el inicio de su infortunio.
Para adentrarnos en los hechos, tenemos que ubicarnos en una bahía formada por el océano Pacífico. Huacho es conocido por sus playas y museos de sitio, un espacio que ayuda a alejarse de la rutina y mantenerse conectado con la naturaleza.
La leyenda urbana que circuló desde los 70′s indica que un grupo de pescadores iniciaron su rutina de trabajo como lo vinieron haciendo por varios años. Por el tiempo que pasaban juntos y la amistad que formaron se convirtieron en una familia, que se apoyaban en todo momento, sobre todo cuando solo se encontraban rodeados del mar.
Uno de ellos vio que la marea había bajado lo suficiente como poder flotar sin que el agua cubra todo su cuerpo. Cada uno tomó un camino para poder reunir algunas especies que les serviría para vender como pesca fresca.
Aquel que tomó la decisión de dejar la embarcación por un instinto, se encontró con una forma femenina que lo miró atentamente desde un boquerón. Este se aterró al ver que la presunta mujer tenía una especie de aleta en lugar de piernas. Rápidamente la asoció a una sirena. Al reconocer su temor, este ser se introdujo al mar, subiendo la marea de inmediato.
El hombre y sus compañeros se salvaron y durante el viaje de regreso a la orilla les contó lo que presenció. Su relato les causó sorpresa, aunque lo tomaron como una simple anécdota, además de una advertencia para no ingresar a zonas que antes no habían pisado.
La historia popular indica que, con el paso de los días, el grupo de desintegró. Cada uno dejó de acudir al lugar donde siempre se reunían. Esto continuó hasta que no quedó ninguno. Lo extraño se registró cuando nadie podía dar con el paradero de los trabajadores. Convirtiéndose en un caso sin resolver.
La esposa de uno de ellos paralizó todas sus actividades para poder recorrer las playas con la única finalidad de encontrar con vida a su pareja, o en caso contrario, rescatar sus restos para poder enterrarlos como dictan las tradiciones.
Al igual que las otras familias, la mujer fue testigo de que no había ningún indicio que le diera pistas sobre la ubicación de su amado. Esto no fue impedimento para rendirse. Sin imaginarlo, en una de sus caminatas encontró las prendas de su pareja cerca a una orilla. Estas las llevó la última vez que lo vio.
Cualquier anhelo de volver a ser felices juntos se evaporó con la brisa. En su pena, la mujer llegó a lo alto de un acantilado cerca al boquerón, lanzándose hacia el abismo y perdiendo la vida de inmediato.
Los pobladores locales sostienen que esta historia es real, y que lo que sucedió terminó por maldecir la zona. Algunos precisan que en noches de luna llena se puede escuchar a una mujer desde lo alto del acantilado, así como ver la presencia de una mujer en prendas blancas, al parecer, el vestido de novia que nunca pudo usar.
Estas apariciones y otras experiencias sin explicación alguna causando que el lugar sea bautizado como el boquerón de la Viuda Negra. Es uno de los destinos turísticos al que solo se puede acceder en bote.
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