Desde enero pasado hasta la última actualización,102 países han notificado a la OMS 52.996 casos de viruela del mono confirmados por laboratorio. Entre ellos, se registraron 18 muertes. Mientras tanto, se están haciendo investigaciones sobre las características del brote que ya fue declarado emergencia de salud pública de importancia internacional.
Una investigación en el Reino Unido reveló ahora que la viruela del mono puede provocar complicaciones neurológicas como encefalitis —que es un tipo de inflamación del cerebro—, confusión o convulsiones, en algunos pacientes. Fue descubierto a través de una revisión de estudios ya publicados que fue dirigida por un científico del Colegio Universitario de Londres, más conocido por su sigla en inglés como UCL.
El primer caso en humanos reportado de viruela del mono fue en la República Democrática del Congo en 1970. En esa zona geográfica, desde ese entonces ha habido siempre centenares de casos reportados. Durante ese período también hubo brotes esporádicos en África del Oeste, y se habían detectado algunos brotes por casos importados en otros países como los Estados Unidos en 2003. Pero en todos estos últimos brotes, la virulencia y transmisibilidad era mucho más baja que en el Congo.
En 2017 se observó la re-emergencia de la infección en Nigeria, con más de 200 casos de viruela símica. Ahora ya se sabe que las cepas del virus que se encuentran en los casos de este año 2022 están cercanamente relacionadas con esa re-emergencia en Nigeria en 2017. Esto significa que no se trata de un brote que se produjo este año. La epidemia actual de viruela del mono empezó en 2017, y el virus se transmite más rápido de lo que se creía, según explicó en una entrevista con Infobae el científico argentino Gustavo Palacios, investigador y profesor de la prestigiosa Escuela Icahn de Medicina en Monte Sinaí, en Nueva York.
En el nuevo trabajo realizado por investigadores del Reino Unido se hizo una revisión sistemática y un meta-análisis de la evidencia. Se publicó en la revista eClinicalMedicine. Los autores descubrieron que los dolores musculares, la fatiga, el dolor de cabeza, la ansiedad y la depresión eran relativamente comunes entre los pacientes con viruela del mono.
Entre el 2% y el 3% de los pacientes tuvieron complicaciones graves, como convulsiones o encefalitis, aunque esos estudios incluían principalmente a pacientes hospitalizados de años anteriores. Los investigadores afirman que aún no hay pruebas suficientes para estimar la prevalencia de las complicaciones neurológicas en el brote actual.
El equipo también estuvo conformado por investigadores de Barts Health NHS Trust, el Guy’s and St Thomas’ NHS Foundation Trust y el Colegio King de Londre. Tuvieron en cuenta todo estudio que informara de los síntomas neurológicos o psiquiátricos de la viruela del mono que se hubieran notificado hasta mayo de 2022, antes de que el brote se extendiera a nivel mundial.
El autor principal, el doctor Jonathan Rogers dijo: “Encontramos que las complicaciones neurológicas graves, como la encefalitis y las convulsiones, aunque son raras, se han visto en suficientes casos de viruela del mono para justificar la preocupación, por lo que nuestro estudio destaca la necesidad de una mayor investigación”.
Además, el experto agregó: “También hay pruebas de que los trastornos del estado de ánimo, como la depresión y la ansiedad, son relativamente comunes en las personas con viruela del mono”.
La revisión publicada en la revista eClinicalMedicine incorporó 19 estudios, con un total de 1.512 participantes (1.031 de los cuales tenían una infección confirmada), en los Estados Unidos, Nigeria, la República Democrática del Congo, la República del Congo y el Reino Unido.
Al agrupar los datos de un subconjunto de estudios con evidencia relevante, los investigadores estimaron que el 2,7% de los pacientes con viruela del mono experimentaron al menos una convulsión, el 2,4% experimentó confusión y el 2% tuvo encefalitis, una grave condición de inflamación cerebral que puede conducir a una discapacidad a largo plazo.
Las pruebas sobre la prevalencia de estos síntomas fueron muy limitadas, ya que la revisión sólo identificó dos casos de convulsiones, cinco de encefalitis y seis de confusión (aunque otras investigaciones preliminares han identificado otros casos), por lo que se necesitan estudios más amplios para determinar mejor la prevalencia. Los investigadores afirman que también es necesario realizar más estudios para determinar cómo puede afectar la viruela del mono al cerebro.
Aunque los investigadores no pudieron agrupar los datos de los síntomas psicosociales debido a que las pruebas eran incompletas, en algunos estudios al menos la mitad de los pacientes experimentaron al menos una de las mialgias (dolores musculares), fatiga, dolor de cabeza, ansiedad o depresión. Los investigadores señalan que la viruela del mono puede causar tasas más altas de mala salud mental que otras enfermedades debido a la presencia de lesiones potencialmente desfigurantes, mientras que también puede haber un estigma vinculado a la forma en que la transmisión suele ser por contacto físico o sexual cercano.
Los estudios revisados no tenían suficiente seguimiento a largo plazo de los pacientes para saber si alguno de los síntomas dura mucho más que la fase aguda de la enfermedad. Los investigadores también advirtieron que la mayoría de los casos de esta revisión eran pacientes hospitalizados, por lo que los síntomas estudiados podrían no ser tan comunes en personas con casos más leves.
El doctor James Badenoch, otro coautor del estudio, afirmó: “La evidencia sobre la enfermedad es todavía limitada: “Como todavía hay pruebas limitadas sobre los síntomas neurológicos y psiquiátricos en el actual brote de viruela del mono es necesario establecer una vigilancia coordinada para tales síntomas. Sugerimos que los médicos estén atentos a los síntomas psiquiátricos, como la depresión y la ansiedad, y se aseguren de que los pacientes tengan acceso a la atención psicológica y psiquiátrica si la necesitan”.
El trabajo de revisión de estudio fue financiado por el Consejo de Investigación Médica, Wellcome y el Centro de Investigación Biomédica de los Hospitales del Colegio Universitario de Londres (NIHR).