Las guerras se planifican en los despachos pero se pelean en el terreno. Y en la invasión de Ucrania, los errores estratégicos de Rusia apuntan a una supervisión insuficiente de sus combatientes rasos.
Desde el inicio de la guerra, el 24 de febrero, hay indicios de que muchos soldados rusos no tienen una idea clara de los objetivos de la operación. Algunos, incluso pensaban al principio que los estaban movilizando para unas maniobras.
“El ejército ruso es un ejército de mentiras”, dijo en mayo el general Thierry Burkhard, jefe de las fuerzas armadas de Francia.
“La gente mintió diciendo que el ejército ucraniano no lucharía, que las fuerzas rusas estaban preparadas para la guerra, que sus líderes sabían cómo comandar”, añadió.
Seis meses después de la invasión, los analistas occidentales todavía ven al ejército ruso plagado de falsedades y corrupción y desesperado por decirle al entorno del presidente Vladimir Putin lo que quiere escuchar.
“Los altos oficiales solo piensan en sus medallas y en cuidar de su carrera. Pero los soldados solo quieren sobrevivir”, opina Alexander Grinberg, del Instituto de Estrategia y Seguridad de Jerusalén.
“Putin pide resultados que no son realistas y nadie le dice la verdad, ni siquiera en privado”, apunta Grinberg, ex miembro de la inteligencia militar de Israel.
“¿Es posible que un oficial valiente se atreva a tomar esta iniciativa? Seguro, pero seguirá siendo la excepción y no cambiará mucho en el terreno (…), excepto poder limitar el daño y salvar algunas vidas”, añadió
La magnitud de las pérdidas rusas es incierta. Ucrania asegura que ha matado a 50.000 soldados rusos, pero la mayoría de fuentes occidentales consideran esta cifra como demasiado elevada.
La reciente contraofensiva ucraniana cogió a las fuerzas rusas con la guardia baja. Salieron informaciones de deserciones, negativas a seguir órdenes y una pobre moral, lo que sugiere fallos en la línea de mando.
La muerte o la lesión de generales y oficiales rusos también hicieron mella porque los programas de formación parecen haberse deteriorado recientemente, lo que complica encontrar reemplazos, dicen los expertos.
“Tienen un problema con la formación de superiores, sobre todo porque no hay suficientes suboficiales” que hayan ido subiendo escalafones y sean “expertos en sus ámbitos”, dijo a la agencia de noticias AFP un alto jefe militar francés bajo condición de anonimato.
Rusia suele promocionar principalmente a oficiales mayores, indica. “Y si tu única relación con los subordinados es de poder, en la que los más viejos son promocionados, lanzar un ataque es complicado”, indicó.
Este efecto en la moral no hará más que empeorar si la guerra se alarga, sin importar la superioridad numérica de las tropas rusas.
“Un ejército es la suma de sus competencias y sus capacidades. Sin una sólida infraestructura de reclutamiento, formación e innovación, la suma global de Rusia ha disminuido considerablemente”, explica el historiador militar francés Michel Goya.
“La capacidad rusa de maniobrar se ha debilitado y ha sido pobremente reemplazada por unidades más pequeñas y menos competentes”, afirmó.
Otro riesgo para Moscú es que la cultura de la deshonestidad parece haber calado en el corazón de su aparato militar.
“Los oficiales militares rusos mienten frecuentemente a sus superiores sobre la situación de su unidad”, dice el historiador militar Chris Owen.
El experto se refiere a comunicaciones de soldados rusos interceptadas por las fuerzas ucranianas en las que los militares de Moscú reportan falsos éxitos en los combates y “a los consecuentes ataques lanzados en virtud de una información errónea”.
“Cuando los informes llegan a lo más alto de la cadena de mando (la cúpula del ministerio de Defensa y el mismo Putin) es probable que estén tan distorsionados y sean tan inexactos que las personas que dirigen la guerra disponen de una imagen muy poco realista de lo que ocurre en el terreno”, añade.
El sorpresivo contraataque ucraniano ha encendido de nuevo el debate de si Putin llamará a la movilización general, lo que evidenciaría que su llamada “operación militar especial” en Ucrania es efectivamente una guerra.
Por ahora, el gobierno parece apostar por contratar más mercenarios, especialmente del contratista paramilitar Wagner, y más combatientes voluntarios.
Un video que ha circulado ampliamente en redes sociales presuntamente muestra al oligarca Yevgueni Prigozhin, aliado de Putin y sospechoso de financiar al grupo Wagner, ofreciendo contratos a internos en el patio de una prisión rusa.
“Si sirves durante seis meses, quedas libre. Si llegas a Ucrania y decides que no es para ti, te ejecutaremos”, dice la persona del video, cuya autenticidad no fue confirmada por AFP.
Para Phillips O’Brien, profesor de estudios estratégicos en la Universidad de Saint Andrews de Escocia, aunque el video sea “muy espeluznante, es también una señal de la gran crisis de Rusia en sus intentos de generar más soldados”