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Los costos de la invasión de Rusia a Ucrania podrían limitar un nuevo avance, pero para eso Ucrania necesita algo clave

Tras más de cuatro meses de feroces combates, Rusia se ha adjudicado una victoria clave: el control total de una de las dos provincias del corazón industrial del este de Ucrania. Pero la toma por parte de Moscú del último gran bastión de la resistencia ucraniana en la provincia de Luhansk tuvo un precio muy alto. La cuestión crítica ahora es si Rusia puede reunir suficiente fuerza para una nueva ofensiva para completar su captura del Donbás y ganar terreno en otras partes de Ucrania.

Por Infobae

“Sí, los rusos se han apoderado de la región de Luhansk, pero ¿a qué precio?”, se preguntó Oleh Zhdanov, un analista militar en Ucrania, señalando que algunas unidades rusas involucradas en la batalla perdieron hasta la mitad de sus soldados. Incluso el presidente Vladimir Putin reconoció el lunes que las tropas rusas implicadas en la acción en Luhansk necesitan “descansar un poco y reforzar su capacidad de combate”.

Esto plantea dudas sobre si las fuerzas de Moscú y sus aliados separatistas están preparados para adentrarse rápidamente en Donetsk, la otra provincia que conforma el Donbás. Los observadores estimaron en las últimas semanas que Rusia controlaba aproximadamente la mitad de Donetsk, y las líneas de batalla han cambiado poco desde entonces.

Lo que ocurra en el Donbás podría determinar el curso de la guerra. Si Rusia tiene éxito allí, podría liberar sus fuerzas para acaparar aún más terreno y dictar los términos de cualquier acuerdo de paz. Si Ucrania, por el contrario, consigue inmovilizar a los rusos durante un período prolongado, podría acumular recursos para una contraofensiva.

Agotar a los rusos ha sido durante mucho tiempo parte del plan de los ucranianos, que empezaron el conflicto superados en armamento, pero esperaban que las armas occidentales pudieran inclinar la balanza a su favor. Ya están utilizando eficazmente obuses pesados y sistemas avanzados de cohetes enviados por Estados Unidos y otros aliados occidentales, y hay más en camino. Pero las fuerzas ucranianas han dicho que siguen estando muy superadas.

La ministra de Defensa ucraniana, Hanna Malyar, dijo recientemente que las fuerzas rusas estaban disparando 10 veces más munición que los militares ucranianos.

Tras un intento fallido de avance relámpago sobre la capital de Kiev en las primeras semanas de la guerra, las fuerzas rusas se retiraron de muchas partes del norte y el centro de Ucrania y centraron su atención en el Donbás, una región de minas y fábricas donde los separatistas respaldados por Moscú han estado luchando contra las fuerzas ucranianas desde 2014.

Desde entonces, Rusia ha adoptado un enfoque lento y constante que le ha permitido tomar varios bastiones ucranianos restantes en Luhansk en el transcurso de las últimas semanas. Aunque las autoridades ucranianas han reconocido que sus tropas se han retirado de la ciudad de Lisichansk, el último baluarte de su resistencia, la oficina presidencial dijo el martes que los militares seguían defendiendo pequeñas zonas de Luhansk.

Zhdanov, el analista, predijo que los rusos probablemente se apoyarán en su ventaja de potencia de fuego para “aplicar la misma táctica de tierra quemada y arrasar ciudades enteras” en Donetsk. El mismo día en que Rusia afirmó que había tomado la última ciudad importante de Luhansk, se informó de nuevos ataques de artillería en ciudades de Donetsk.

Pero el enfoque de Rusia no está exento de inconvenientes. Moscú no ha dado un recuento de bajas desde que dijo que unos 1.300 soldados murieron en el primer mes de combates, pero los funcionarios occidentales han dicho que eso era sólo una fracción de las pérdidas reales. Desde entonces, los observadores occidentales han señalado que el número de tropas rusas que participan en los combates en Ucrania ha disminuido, lo que refleja tanto el fuerte desgaste como la incapacidad del Kremlin para llenar las filas.

Los limitados efectivos han obligado a los comandantes rusos a evitar ambiciosos intentos de rodear grandes áreas en el Donbás, optando por maniobras más pequeñas y confiando en las descargas de artillería pesada para obligar lentamente a los ucranianos a retirarse.

El ejército también ha recurrido en gran medida a los separatistas, que han llevado a cabo varias rondas de movilización, y los funcionarios y analistas occidentales han dicho que Moscú ha contratado cada vez más a mercenarios. También ha tratado de animar a los hombres rusos que han cumplido su servicio a alistarse de nuevo, aunque no está claro el éxito que ha tenido.

Aunque Putin se ha abstenido hasta ahora de declarar una movilización amplia que pudiera fomentar el descontento social, la legislación propuesta recientemente sugiere que Moscú está buscando otras formas de reponer las filas. El proyecto de ley habría permitido a los jóvenes reclutas, que se incorporan al ejército durante un año y se les prohíbe luchar, cambiar inmediatamente su estatus y firmar contratos para convertirse en soldados profesionales de pleno derecho. El proyecto fue archivado en medio de fuertes críticas.

Algunos funcionarios y analistas occidentales han argumentado que el desgaste es tan fuerte que podría obligar a Moscú a suspender su ofensiva en algún momento del verano, pero el Pentágono ha advertido que, aunque Rusia ha estado eliminando tropas y suministros a un ritmo rápido, todavía tiene abundantes recursos.

La directora de inteligencia nacional de Estados Unidos, Avril Haines, dijo que Putin parecía aceptar la lentitud del avance en el Donbás y que ahora esperaba ganar aplastando a las fuerzas más aguerridas de Ucrania. “Creemos que Rusia piensa que si es capaz de aplastar realmente a una de las fuerzas más capaces y bien equipadas del este de Ucrania (…) eso llevará a un desplome básicamente de la resistencia ucraniana y que eso puede darles mayores oportunidades”, dijo Haines.

Si Rusia vence en el Donbás, podría aprovechar su toma de la región meridional de Kherson y parte de la vecina Zaporizhzhia para tratar de cortar eventualmente a Ucrania desde su costa del Mar Negro hasta la frontera rumana. Si esto tuviera éxito, supondría un duro golpe para la economía ucraniana y también crearía un corredor hacia la región separatista moldava de Transnistria, que alberga una base militar rusa.

Pero eso no está ni mucho menos asegurado. Mykola Sunhurovsky, del Centro Razumkov, un grupo de expertos con sede en Kiev, predijo que los crecientes suministros de armas pesadas occidentales, incluidos los lanzacohetes múltiples HIMARS, ayudarán a Ucrania a cambiar el rumbo de la guerra. “Los suministros de armas permitirán a Ucrania iniciar una contraofensiva en el sur y luchar por Kherson y otras ciudades”, dijo Sunhurovsky.

Pero Ucrania también se ha enfrentado a enormes pérdidas de personal: hasta 200 soldados al día en las últimas semanas de feroces combates en el este, según los funcionarios.

“En general, el balance militar local en Donbas favorece a Rusia, pero las tendencias a largo plazo siguen favoreciendo a Ucrania”, escribió Michael Kofman, experto en el ejército ruso y director de programas en el think tank CNA, con sede en Virginia. “Sin embargo, esa estimación está condicionada a una asistencia militar occidental sostenida, y no es necesariamente predictiva de los resultados. Es probable que esta sea una guerra prolongada”.

(C) The Associated Press.-

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