Desde que hizo su aparición en Sudáfrica en noviembre de 2021, la variante Ómicron del SARS-CoV-2 rápidamente se volvió dominante en todo el mundo. Se supo luego que era por su alta transmisibilidad y su capacidad para eludir las defensas del sistema inmune, ya sea las generadas por las vacunas o por una infección previa por coronavirus.
Los primeros estudios sobre esta variante indicaban que una persona infectada con esta mutación podría transmitir el virus a entre nueve y diez personas. Y esto es porque Ómicron alberga el doble de mutaciones que otras variantes de interés, y su sublinaje BA.2 puede tener aún más.
Luego hicieron su aparición las subvariantes BA.4 y BA.5, que pronto, al igual que sus predecesoras, por su rápida propagación se añadieron a la lista de vigilancia de la Organización Mundial de la Salud (OMS) por ser consideradas variantes de preocupación.
Las variantes BA.4 y BA.5 son las que más rápidamente se han propagado hasta la fecha, y se espera que dominen la transmisión de COVID-19 en los Estados Unidos, Reino Unido y el resto de Europa en las próximas semanas, según el Centro Europeo para la Prevención y el Control de Enfermedades (ECDC, por sus siglas en inglés).
Y si bien los casos de la enfermedad que generan son leves en su gran mayoría, recientes investigaciones descubrieron que estos últimos sublinajes tienen más probabilidades de escapar de los anticuerpos de los adultos totalmente vacunados y reforzados en comparación con otras subvariantes de Ómicron, lo que aumenta el riesgo de reinfecciones.
Es que los niveles de anticuerpos neutralizantes generados por una infección previa o las vacunas son varias veces menores contra las subvariantes BA.4 y BA.5 en comparación con la cepa del coronavirus original. Así lo determinó una nueva investigación publicada esta semana en el New England Journal of Medicine.
Dan Barouch, director del Centro de Investigación de Virología y Vacunas del Centro Médico Beth Israel Deaconess de Boston es uno de los autores del trabajo, y destacó: “Observamos reducciones de tres veces en los títulos de anticuerpos neutralizantes inducidos por la vacunación y la infección contra BA.4 y BA.5 en comparación con BA.1 y BA.2, que ya son sustancialmente más bajos que las variantes originales del SARS-CoV-2″.
Para medirlo, los investigadores evaluaron los títulos de anticuerpos neutralizantes contra el aislamiento de referencia -la cepa de Wuhan del SARS-CoV-2 detectada en China al comienzo de la pandemia- junto con las subvariantes Ómicron BA.1, BA.2, BA.2.12.1 y BA.4 o BA.5 en 27 participantes que habían sido vacunados y reforzados con la vacuna de ARN mensajero de Pfizer–BioNTech y en 27 participantes que habían sido infectados con la subvariante BA.1 o BA.2 una mediana de 29 días antes.
Seis meses después de las dos inmunizaciones iniciales, la mediana del título de anticuerpos neutralizantes fue de 124 contra la variante Wuhan pero menos de 20 contra todas las subvariantes de Ómicron analizadas. Dos semanas después de la administración de la dosis de refuerzo, la mediana del título de anticuerpos neutralizantes aumentó sustancialmente, a 5.783 contra el virus original, 900 contra la subvariante BA.1, 829 contra la subvariante BA.2, 410 contra BA.2.12.1, y 275 contra la subvariante BA.4 o BA.5.
Tal como analizaron los investigadores, estos datos muestran que, en comparación con la respuesta contra la variante de Wuhan, el título de anticuerpos neutralizantes fue menor contra todas las subvariantes de Ómicron.
¿Es que acaso será posible evitar el surgimiento de nuevas variantes y lograr controlar al SARS-CoV-2? ¿Qué puede esperarse de cara al futuro?
“Hay varias publicaciones que lo documentan y hay países como Israel que están teniendo un aumento de los casos producto de las variantes BA.4 y BA.5, que se sabe que producen un escape del sistema inmunológico, tanto en las personas que tuvieron una infección previa por otras variantes o que han sido vacunadas”. Ante la consulta de Infobae, el médico infectólogo Roberto Debbag (MN 60253) destacó que “como se sabe, la reinfección tiene una baja probabilidad de complicación y mortalidad, pero nunca es bueno tener una infección por coronavirus, por más leve que sea”.
Lo cierto es que BA.4 y BA.5 causaron aproximadamente el 35% de las nuevas infecciones por COVID-19 en los Estados Unidos la semana pasada, frente al 29% de la semana anterior, lo que las convierte en las variantes de propagación más rápida reportadas hasta la fecha.
Ante el panorama epidemiológico que plantea la pandemia de COVID-19, y consultado por Infobae, el médico infectólogo Ricardo Teijeiro (MN 58065) no dudó en asegurar que “el avance en vacunas va a ser lo que va a detener la pandemia definitivamente”.
“Ya hay vacunas bivalentes, que tienen la cepa tradicional y la cepa de Ómicron”, destacó el especialista sobre las llamadas vacunas de segunda generación, esto es, las diseñadas “a medida” o “a lo sastre” para otorgar inmunidad contra los nuevos sublinajes circulantes.
Desde el comienzo de la pandemia, especialistas y autoridades sanitarias se encargaron de aclarar que la vacunación con cualquiera de las formulaciones autorizadas de emergencia no prevenían de la infección, sino de las complicaciones y muerte en caso de contraer la enfermedad.
En ese sentido, y tras resaltar que “las últimas olas no generaron compromiso sanitario importante”, Teijeiro sostuvo que “los casos de infecciones simples que se vieron desde la aparición de Ómicron a la fecha se debe a que las personas, ya sea por haber tenido contacto con el virus previamente o por estar vacunadas tienen un nivel de protección que es bastante alto”.
Para Debbag, “el final de la pandemia va a estar dado por la puesta en marcha de tres estrategias sanitarias”. Y detalló: “Una es la utilización de vacunas combinadas para las variantes circulantes, como es el caso de la de ARN mensajero del laboratorio Moderna aprobada recientemente por la FDA. La formulación es bivalente, es decir, protege contra la variante de Wuhan y Ómicron y en menor concentración de vacuna”.
Además, según destacó el especialista, “esa es una de las vacunas que probablemente sea destinada a la aplicación de refuerzos anuales”.
En este punto, Teijeiro señaló que “estas vacunas bivalentes se van a empezar a usar como dosis de refuerzo”, y subrayó que “la gran ventaja que tienen estas plataformas de ARN mensajero es que cuando aparece una subvariante, rápidamente se puede crear la vacuna contra ella”.
“La segunda estrategia es la utilización de vacunas de administración nasal, que producen un bloqueo en el ingreso del virus al cuerpo humano, como es el caso de la del laboratorio Cansino que se encuentra en investigación”. Las vacunas nasales -según Debbag- “demostraron ser tan inmunogénicas dándolas por esa vía a pocos segundos de la inhalación como la inyectable”.
Y la tercera (estrategia) “es la utilización de las vacunas proteicas como es el caso argentino de la vacuna Arvac que está en Fase I y ya se habla de muy buenos pronósticos, según los datos preliminares. Son vacunas específicamente diseñadas para las nuevas variantes circulantes”.
“Esas tres estrategias son las que posiblemente den el golpe final para terminar con la pandemia”, consideró Debbag. Sin embargo, médico infectólogo pediatra Eduardo López (MN 37586), agregó que “para que estas vacunas de segunda generación cumplan el objetivo de poner fin a la pandemia, es clave que exista un alto nivel de vacunación de la población, si no, siempre el riesgo de que el virus mute y aparezcan variantes que escapen a estas vacunas como ocurrió con las primeras”.
Es que, según concluyó el infectólogo, “con las nuevas vacunas se estaría atacando al virus circulante, esto es, la variante Ómicron y sus sublinajes, por lo que si se vacuna a la mayor cantidad posible de población, se estará limitando la capacidad del virus de reproducirse y mutar”.