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Los habitantes de los territorios ocupados de Ucrania se están enfrentando activamente a los intentos de Rusia de anexarlos, lo que está causando
El hombre lleva una gorra calada hasta las cejas, gafas de sol y un pañuelo sobre la boca y la nariz. Su voz en el vídeo está distorsionada. El mensaje es claro: “Ocuparemos edificios, lucharemos en las calles y en los puentes. No permitiremos ningún referéndum para legalizar la ocupación. No cederemos ni un solo pedazo de nuestra tierra”. Él y “su gente”, dice, luchan contra la administración prorrusa en la región de Kherson, en el sur de Ucrania. “Cualquiera que esté colaborando ya está en nuestra lista de muerte”, asegura.
Por Infobae
Es uno de los videos que circularon en los últimos días en la red Telegram donde la resistencia civil ucraniana a la ocupación rusa aparece cada vez más organizada y dispuesta a hacerles la vida imposible a los enviados del Kremlin y sus colaboradores locales. Este aumento de las actividades clandestinas coincide con el anuncio de que Vladimir Putin está presionando para que se realicen referéndums lo antes posible. El líder ruso quiere tener todo listo para decretar la anexión de los territorios de Kherson y Zhaporizhzhia antes del 15 de septiembre, como ya hizo antes con los de Crimea, Luhansk y Donetsk.
Las votaciones y formalidades, de acuerdo a la agencia Bloomberg, están a cargo de Sergei Kiriyenko, primer subjefe de gabinete del Kremlin y persona de total confianza de Putin. Aunque todo el proceso, obviamente será fraudulento y no tendrá ningún sustento legal. Pero en el caso de unas futuras conversaciones de paz, Putin podría poner sobre la mesa un hecho consumado y obtener sustanciales ventajas.
Públicamente, desde Moscú, todavía se muestran ambiguos con respecto a sus planes. “La determinación del destino futuro de esas personas está en sus manos”, dijo el portavoz de Putin, Dmitry Peskov, en un mensaje. “Si van a hacer algún referéndum, será su decisión”. Aunque el ministro de Asuntos Exteriores ruso, Sergei Lavrov, admitió el miércoles que los objetivos de las operaciones militares se ampliaron para incluir las regiones de Kherson y Zaporizhzhia y “otros territorios”, así como las repúblicas populares autoproclamadas de Donetsk y Luhansk que Putin reconoció como independientes días antes de la invasión. En la transcripción de una entrevista con los medios de comunicación estatales publicada en el sitio web de la cancillería rusa, Lavrov culpó a los suministros de armas de Estados Unidos y Europa a Ucrania del cambio de estrategia que amplía enormemente el territorio que Rusia pretende anexionar.
El Kremlin declaró que había tomado la región de Luhansk a principios de julio, una afirmación rechazada por Ucrania, que dice que sus tropas siguen luchando allí. En la vecina Donetsk se libran intensos combates y Ucrania asegura que está acumulando fuerzas para una contraofensiva en el sur, donde desafía a las tropas rusas que ocuparon la región de Kherson al principio de la guerra. Las fuerzas rusas ocupan alrededor del 60% de la región de Zaporizhzhia.
“Estos territorios representan los “objetivos básicos” de Putin. Su verdadera ambición es quedarse con toda Ucrania”, es la interpretación de Tatiana Stanovaya, en su informe de la consultora R.Politik. “Sigue buscando la capitulación de Ucrania como parte de una confrontación más amplia con Occidente y sin esto nunca terminará formalmente la guerra”.
Por ahora, el plan de Putin parece estar complicándose. Desde comienzos de junio, el número de atentados perpetrados por los partisanos aumentó considerablemente en los territorios ocupados, en particular en Kherson, la capital de la provincia a orillas del río Dnipro, con una población de 280.000 habitantes. El 18 de junio, el jefe de la prisión de la ciudad, nombrado por los rusos, resultó herido en un ataque con explosivos. Cuatro días después, un coche bomba mató a un alto cargo de la administración regional. Y hace 10 días se frustró un atentado contra un vehículo del jefe de la administración prorrusa de la región. Ya había sobrevivido por poco a un atentado en junio.
En el noreste del país, en la parte ocupada de la región de Kharkiv, un alcalde instalado por Rusia fue asesinado a principios de la semana pasada. También se produjeron ataques contra infraestructuras vitales para el avance de las tropas invasoras. Un puente ferroviario en el sur, entre Tokmak y Melitopol, fue volado a principios de junio. Y esta semana se reportaron explosiones en depósitos de municiones y combustible. Desde Kyiv dicen que lo lograron gracias a que los partisanos están marcando las posiciones para que puedan ser alcanzadas con los sistemas de lanzamiento de cohetes HIMARS, entregados por Estados Unidos, y que tienen un alcance de hasta 80 kilómetros con una precisión de cinco metros.
Volodymyr Zhemchugov, de 51 años, es el miembro más conocido de la resistencia ucraniana. Este combatiente partisano es originario del pueblo de Khrustalny, en la región de Luhansk, y ya luchó contra los ocupantes rusos hace ocho años. Cuando comenzó la ocupación por parte de los separatistas dirigidos por Moscú en la provincia de Donbás en 2014, seguida más tarde por los soldados regulares rusos, él vivía en Georgia como propietario de una empresa de materiales de embalaje. Pero en una visita a su casa natal, fue testigo de lo que describe en una entrevista que dio a los enviados de la revista alemana Der Spiegel cómo “un grupo de borrachos tomaban el control de mi pueblo, asesinaban a mis amigos y prohibían el entierro de los cuerpos de los soldados ucranianos”.
“El miedo y la rabia en los ojos de mi madre fue mi motivación para hacer algo”, contó Zhemchugov. Decidió armar una célula de resistencia formada por mineros, políticos, médicos y profesores. “En aquel momento, nadie nos tomaba en serio”, dice, “para muchos, sólo éramos terroristas. Ahora, de repente todo el mundo se interesa por nosotros”. Es que con la invasión rusa del 24 de febrero, Zhemchugov reactivó su grupo de partisanos y ayudó a crear varios otros en las nuevas regiones ocupadas del este y el sur del país.
Comenzó con 10.000 dólares de su propio dinero y un pequeño grupo de amigos. La unidad primero reunió información sobre el enemigo. “Llevábamos a los soldados rusos cerveza y cigarrillos, les agradecíamos su protección y, de paso, los espiábamos”, dice. Irónicamente, fueron los ocupantes quienes les entregaron sus primeras armas, por su supuesta lealtad. Luego compraron más armas a los separatistas corruptos. El grupo atacó campamentos militares y a los soldados cuando se relajaban e iban a pubs o saunas. Volaron vías de ferrocarril, torres de transmisión, líneas eléctricas y, en varias ocasiones, un gasoducto que atravesaba la zona.
Consiguieron los explosivos a través de contactos locales. “Khrustalnyi es una ciudad minera”, dice Zhemchugov. “Sabía cómo fabricar bombas incluso cuando era un niño”. Asegura que planeó y ejecutó 30 acciones con éxito hasta que pateó el cable de disparo de una mina durante una operación el 28 de septiembre de 2015. Los soldados rusos lo encontraron malherido. Quedó ciego y los médicos tuvieron que amputarle ambas manos. Permaneció prisionero durante aproximadamente un año y fue interrogado y torturado en numerosas ocasiones. Finalmente fue liberado en el marco de un intercambio de prisioneros. Desde entonces, vive con prótesis. Los médicos alemanes que lo trataron en Colonia, consiguieron devolverle la vista en un ojo y extraerle la metralla de varias partes del cuerpo.
Desde febrero, Zhechemchugov se dedica a dar apoyo a su célula de partisanos y organiza o da consejos a los que resisten en otras zonas ocupadas. En un canal de YouTube bajo el hashtag #ResistanceMovement sube videos en los que muestra desde cómo realizar pequeñas acciones de pintadas y pegatinas de carteles contra la ocupación o dejar fuera de servicio los camiones rusos poniendo arena en el tanque hasta cómo armar una bomba casera para hacer explotar un cuartel. También escribe reglas de conducta para los combatientes partisanos: mantener siempre la calma, pase lo que pase, continuar con su vida lo más discreta posible, confiar sólo de la gente que conocían desde antes de la invasión, nunca llevar armas si no son necesarias en una acción específica, usar los comercios para traspasar información y usar sólo mensajería digital codificada, nada de WhatsApp o llamadas abiertas, y juntarse personalmente sólo para los ataques.
Se sabe que existen decenas de grupos de resistencia individuales, como Yellow Ribbon en Kherson o el Ejército Partisano de Berdyansk que suben información de sus actos a través de canales del servicio de mensajería Telegram. El servicio de inteligencia militar, HUR, y las fuerzas de operaciones especiales, SSO, proporcionan apoyo a algunos de estos grupos, aunque la mayoría no tiene contactos con las autoridades de Kyiv. En general, cada grupo de partisanos tiene algunos miembros en las zonas ucranianas no ocupadas o en el extranjero que coordinan las actividades sin correr mayores peligros. Utilizan la aplicación ucraniana Diia para identificarse y luego introducir la información en el chatbot E-Enemy de Telegram, creado especialmente por el servicio de inteligencia ucraniano. De esa manera envían información sobre los movimientos de tropas y equipos para ser atacados por las fuerzas regulares.
La represión rusa a la resistencia es brutal. En Kherson fueron detenidas más de mil personas y la mayoría está desaparecida. Hay rumores de que a los prisioneros más prominentes los enviaron a cárceles de máxima seguridad en Rusia. También hubo ejecuciones sumarias de partisanos y ataques a sus familiares. Pero la resistencia también infunde miedo. “Los soldados rusos tienen pánico. Cuando ven cualquier cosa sospechosa empiezan a disparar. Saben que no están seguros en ningún lado. Ya no van solos a un bar a pedir una cerveza ni buscan mujeres. Saben que los estamos vigilando y que apenas se despegan de sus unidades los vamos a matar”, explicó a Der Spiegel un tal Max, el nombre de guerra de un joven partisano que actúa en el sur ucraniano ocupado desde febrero.
En este contexto es que los ocupantes rusos tendrán que convocar los referéndums. Seguramente, van a realizar todo tipo de acciones coercitivas para que los ucranianos se acerquen a votar. En los ejemplos anteriores, los pro-rusos amenazaban con quitarles los trabajos o amedrentaban a los hijos en las escuelas. Y, por su puesto, no importa mucho la transparencia del proceso.
El portavoz del Consejo de Seguridad Nacional de Estados Unidos, John Kirby, dijo el martes que Rusia está empezando a “desplegar una versión de lo que podría llamarse un `libro de jugadas de anexión´ muy similar al que vimos en 2014″. Y agregó que “Estados Unidos responderá rápida y severamente, trabajando con sus aliados para imponer más sanciones, si Rusia sigue adelante con los referendos falsos para justificar la anexión”.
El Instituto para el Estudio de la Guerra cree que Putin podría acudir a sus “más bajos recursos” para imponer de hecho los referéndums. Declararía que los territorios ucranianos anexionados están cubiertos por el escudo nuclear ruso. De esa manera, tendría las herramientas “legales” para ordenar un ataque nuclear si las fuerzas ucranianas quisieran recuperar los territorios ocupados que le permitirían controlar aproximadamente una quinta parte de Ucrania, creando un vínculo terrestre con Crimea y consolidando el dominio sobre las rutas de exportación clave del Mar Negro. Los partisanos intentarán que nada de esto suceda.
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