Familias desconsoladas se congregaron el viernes en los alrededores de una guardería en el noreste de Tailandia, escenario principal del asalto en el que un ex policía mató el jueves a 37 personas, en su mayoría niños pequeños.
El rey Maha Vajiralongkorn y el primer ministro Prayut Chan-O-Cha visitarán durante la jornada a los supervivientes de uno de los peores asesinatos masivos en la historia del país.
Alrededor del pequeño edificio, funcionarios con uniformes blancos y brazaletes negros colocaron temprano una alfombra roja para recibir al monarca, retirada después ante las críticas por este gesto ceremonial.
Cerca de la entrada, una fila de padres destrozados depositaban rosas blancas. Una madre desconsolada se agarraba a la manta de su hijo muerto, y sujetaba en la mano un biberón de leche todavía medio lleno.
“Es incomprensible”, dijo Panita Prawanna, de 19 años, que perdió a su hijo Kamram, de dos.
También murieron los dos nietos de tres años de Buarai Tanontong. “No pude dormir. No pensaba que serían mis nietos”, dice la mujer, que intenta consolar a su hija.
Durante la noche, los ataúdes con los cadáveres de las víctimas llegaron al tanatorio de Udon Thani, la ciudad más cercana en esta zona rural.
Armado con una pistola de 9 mm y un cuchillo, el atacante de 34 años, Panya Khamrab, abrió fuego en esta guardería en la provincia nororiental de Nong Bua Lam Phu alrededor de las 12H30 locales (05H30 GMT).
Después huyó en su auto, atropelló a varios peatones y terminó matando en su casa a su mujer y su hijo antes de suicidarse sobre las 15H00, indicó la policía.
En total, el ex policía mató a 21 niños, 3 niñas y 13 adultos.
Entre los adultos estaba una profesora embarazada, Supaporn Pramongmuk, cuyo marido Seksan Srirach publicó un doloroso tributo en Facebook.
“Quiero agradecer a todos el apoyo a mí y a mi familia. Mi mujer cumplió todos sus deberes como profesora”, escribió. “Por favor, sé profesora en el cielo. Y a mi hijo, por favor cuida de tu madre en el cielo”, añadió.
EL EX FUNCIONARIO
Las banderas de los edificios oficiales ondeaban a media asta el viernes en señal de duelo.
Nanthicha Punchum, directora interina de la guardería, describió las horribles escenas después de que el atacante irrumpiera en este centro del distrito rural de Na Klang.
“Había algunos trabajadores comiendo fuera de la guardería y el atacante estacionó su coche y mató a tiros a cuatro”, dijo a la AFP.
“Derribó la puerta de entrada con el pie, entró y empezó a cortar las cabezas de los niños con un cuchillo”, prosiguió.
El jefe de la policía nacional, Damrongsak Kittiprapat, dijo a los reporteros que el antiguo sargento fue suspendido en enero y expulsado del cuerpo en junio por consumo de drogas.
El atacante, que usó un arma comprada legalmente y vivía cerca de la guardería, tenía una cita judicial este viernes por su “problema de drogas”, explicó.
También añadió que Panya se encontraba “en un estado de locura”, pero que hacía falta un análisis de sangre para saber si actuó bajo el efecto de narcóticos.
Paweena Purichan, una testigo de 31 años, explicó a la AFP que el hombre era conocido en la zona como un drogadicto. Según relató, se encontró a Panya conduciendo erráticamente mientras huía del lugar.
“Intentó atropellar a otras personas en el camino. Chocó contra una moto y dos personas resultaron heridas. Yo me apresuré a alejarme”, dijo la mujer que acudía a trabajar en su tienda.
“Había sangre por todas partes”, añadió.
El primer ministro Prayut ordenó una rápida investigación sobre el ataque.
Tailandia es uno de los países en el mundo con mayor número de armas en circulación, pero las matanzas de este tipo son poco habituales.
El último caso ocurrió hace tres años cuando un oficial del ejército mató a disparos a 29 personas en un centro comercial del interior del país durante 17 horas de matanza hasta que la policía lo abatió.