Lula Apoya Debate Sobre Legalización de Casinos en Brasil
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El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, se declaró contrario a la posible legalización de los casinos y juegos de azar, pero está abierto al debate en la sociedad y el Parlamento.
Un proyecto en el Congreso, ya aprobado por la Cámara de Diputados y en avance en el Senado, busca establecer marcos legales para estas actividades, actualmente prohibidas pero masivas en la clandestinidad.
“No soy favorable al juego, pero no creo que sea un delito. Si el Congreso lo aprueba con acuerdo entre partidos, no tendré porqué no sancionarlo”, declaró Lula en una entrevista.
Lula señaló que “hubo un tiempo en que el discurso contra los juegos de azar tenía algo de verdad”, pero hoy, con las apuestas en línea, la situación es diferente. No comparte la opinión de que los pobres se gastarán todo su dinero en los casinos, dado que “a los casinos solamente van los ricos”.
Personalmente, confesó que apostó una sola vez en una lotería de fútbol en 1974, sin ganar lo esperado.
Desde 1946, los juegos de azar están prohibidos en Brasil, aunque existen loterías estatales y diversas formas de apuestas clandestinas. El proyecto en el Senado propone legalizar todas estas actividades, incluido el “juego del bicho”, una lotería ilegal controlada por mafias en Río de Janeiro.
El proyecto también contempla gravar estas actividades para aumentar la recaudación tributaria, objetivo del Gobierno de Lula, aunque el mandatario no cree que esto sea esencial para el equilibrio fiscal, considerando que el crecimiento económico con inclusión social es la verdadera clave.
Brasilia (EFE).- El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, se declaró este viernes personalmente contrario a una posible legalización de los casinos y los juegos de azar, pero aclaró que tampoco se opone a que el asunto lo debatan la sociedad y el Parlamento.
Aludió así a un proyecto que tramita en el Congreso, aprobado ya por la Cámara de Diputados y que avanza en el Senado, con la propuesta de establecer marcos legales para unas actividades que están prohibidas en el país pero son masivas en la clandestinidad.
“No soy favorable al juego, pero no creo que sea un delito. Si el Congreso lo aprueba con un acuerdo entre los partidos políticos, no tendré porqué no sancionarlo”, declaró sobre ese proyecto en una entrevista con la Radio Meio.
Lula reconoció que “hubo un tiempo en que el discurso contra los juegos de azar tenía algo de verdad”, pero apuntó que “hoy en día, con todo el mundo haciendo apuestas en el fútbol por la internet, la cosa ya no es tan así”.
También dijo que no cree que, como sostienen algunos opositores al proyecto, que “los pobres se van a gastar todo su dinero en los casinos”, porque “a los casinos solamente van los ricos y nunca los que menos tienen”.
En lo personal, confesó que solamente apostó una vez en su vida, en 1974, en una lotería de fútbol.
“Era muy pobre en esa época, descubrí que tenía un lado perverso, aposté y hasta gané. Acerté casi todos los resultados y creí que iba a ser rico, pero resultó que otros 30.000 también habían acertado y no gané casi nada, por lo que no aposté nunca más”, contó.
Aunque los juegos de azar están prohibidos por ley desde 1946, en Brasil existen numerosas loterías, algunas estatales, y proliferan las más diversas formas de apuestas, como bingos y plataformas virtuales en las que se gana o se pierde dinero con resultados del fútbol.
El proyecto que tramita en el Senado propone establecer marcos legales para las operaciones de los casinos y todo tipo de apuesta.
Incluye también la legalización del llamado ‘juego del bicho’, la más popular lotería ilegal del país, controlada por mafias de Río de Janeiro que hasta patrocinan a las famosas escuelas de samba que cada año animan el Carnaval carioca.
Según el proyecto, todas esas actividades quedarían gravadas, lo cual contribuiría a aumentar la recaudación tributaria, que es uno de los grandes objetivos del Gobierno de Lula.
Sin embargo, el mandatario dijo que no cree que eso pueda ser fundamental para el equilibrio fiscal, que sólo será garantizado si Brasil “gana en el juego del crecimiento económico con inclusión social”.