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Por qué la natación es una gran opción para aquellos que no pueden o no desean correr

Está llegando la primavera con sus días más templados y muchas personas piensan en ponerse a punto para el verano. Con una dieta, con algún tratamiento para la piel y, también, con una actividad física. En especial esto último debería ser rutina del año entero, entonces por qué no aprovechar la oportunidad para descubrir qué deporte es el más conveniente para uno y mantenerlo en el tiempo.

Muchas personas se decidirán a correr: es un ejercicio fantástico, aeróbico, trabaja sobre todo los músculos de la parte inferior del cuerpo, aunque también la espalda, predominantemente los músculos dorsal ancho y deltoide. Pero hay personas a las que no les gusta correr o, tal vez, no pueden hacerlo por diversos motivos, por ejemplo, sufrir algún tipo de lesión que requiere evitar el impacto que las piernas tienen contra el piso o las personas mayores que ya no resisten la rigurosidad del esfuerzo de la carrera.

Por Infobae

Ante esto, aparece como una gran opción la natación que, no solo puede ser una buena alternativa, sino también más eficaz. El nado desarrolla un entrenamiento más completo del cuerpo y se estima que 30 minutos de ejercicio en la pileta o aguas abiertas equivalen a 45 minutos de ejercicio en tierra, según datos de la Swim England, la asociación que reúne a quienes practican deportes acuáticos en el Reino Unido. Dicen también que aun una sesión de natación tranquila puede quemar más de 400 calorías por hora, más del doble que caminar.

Así, la natación cuenta con varios beneficios: es ideal para aquellas personas que se están recuperando de alguna lesión o dolencia. La razón es sencilla, como se dijo, en el agua no existe el impacto. Según los especialistas, cuando nos sumergimos hacemos uso de “todas nuestras extremidades, articulaciones y grupos musculares, y concentrarnos al mismo tiempo en la regulación de nuestra respiración, lograremos fatigar y desestresar todo el cuerpo”.

También se obtiene un incremento en la flexibilidad y elasticidad, mientras se fortalecen todos los músculos, en especial de la espalda. Esto permite una mejora en el sistema respiratorio y un aumento de la capacidad pulmonar, con el consiguiente alivio para algunas enfermedades crónicas.

Un informe independiente realizado en 2017 por Swim England junto a la Comisión de Natación y Salud británica afirmó que las personas que nadan de manera habitual tienen un 28% menos de riesgo de muerte prematura y un 41% menos de riesgo de muerte por enfermedades cardíacas y accidentes cerebrovasculares.

Los beneficios para la salud física son datos bastante conocidos, en cambio están menos documentados los puntos fuertes que aporta la natación para la salud psicológica de las personas. Un relevamiento realizado por Swim England en 2019 detectó que casi 1,5 millón de personas residentes en el Reino Unido que practican natación dijeron que habían reducido el número de consultas con profesionales de la salud.

El informe de la entidad indicó que practicar una actividad acuática “tiene un impacto positivo en la salud mental” entre las que mencionó: “mejora del estado de ánimo, aumenta la autoestima, reduce el riesgo de depresión, retrasa la demencia y el deterioro cognitivo, mejora el sueño y reduce el estrés”.

Además, “la natación ha ayudado a reducir los síntomas de ansiedad o depresión de 1,4 millones de adultos en Gran Bretaña. Casi medio millón de adultos británicos con problemas de salud mental han afirmado que nadar ha ayudado a reducir el número de visitas a un profesional médico en relación con su salud mental”. Asimismo, “nadar y estar en el agua puede ayudar con la relajación”, dijo.

La práctica de la natación en agua fría, algo que generalmente se lleva a cabo en ríos, mar u otros espacios abiertos, es una práctica especialmente señalada como beneficiosa para la salud mental, ya que al sumergirse el cerebro libera dopamina, la hormona del bienestar, que genera a su vez un aumento de las endorfinas, la hormona que ejerce una acción analgésica natural. Este efecto puede llegar a durar varias horas después de salir del agua.

La Universidad de Portsmouth, en el Reino Unido, realizó una investigación sobre las propiedades antiinflamatorias del agua fría que agregó pruebas sobre la base de testimonios que indican que practicar natación con bajas temperaturas puede amortiguar las respuestas inflamatorias que provocan ansiedad y depresión. Esto se suma, por supuesto, al hecho de encontrarse en un entorno natural, que reduce el estrés.

Siguiendo los conocimientos existentes acerca de los beneficios que tiene el nado en aguas abiertas para la salud mental, es que fue creada la organización Mental Health Swims, también en el Reino Unido. Rachel Ashe, la fundadora, tiene un diagnóstico de salud mental desde 2018 e inicialmente practicó running, pero el clima extremo de la región donde reside le jugó una mala pasada y resbaló algunas veces en el suelo helado.

Entonces decidió participar de Loony Dook, una actividad anual en la que los participantes se sumergen en las aguas heladas de Edimburgo, Escocia. Ashe aseguró que al regresar a la playa se sintió cambiada. “Fue muy doloroso y no lo disfruté”, aseguró a CNN Sport, “pero la sensación tan extraña de conexión con mi cuerpo después de haber vivido infelizmente en mi pobre mente durante tanto tiempo fue un verdadero momento de epifanía para mí”.

Seis meses después, junto a 30 personas, se reunieron para nadar en aguas abiertas y allí comenzó el proyecto de su organización, que es una comunidad de apoyo de nado en el mar. El objetivo es la inclusión y la contención, con la participación de personal estable y de voluntarios. “Siempre tendré una enfermedad mental, pero hoy en día me cuido mucho más. Todavía tengo grandes sentimientos, pero con la medicación, la terapia, la natación al aire libre y las relaciones sanas y felices, me va muy bien”, completó.

La organización benéfica Versus Arthritis afirma que la natación ofrece una serie de ventajas físicas a quienes padecen artritis, desde el alivio de la rigidez muscular hasta el aumento de la flexibilidad de las articulaciones.

Sarah Waters, quien reside en el condado costero de Cornualles, Inglaterra, sufre de artritis reumatoidea, que es una enfermedad autoinmune crónica inflamatoria y años atrás fue diagnosticada con cáncer de piel.

El desgaste físico y emocional de las operaciones para extirpar el cáncer sumado a los tratamientos y la necesidad de protegerse durante la pandemia complicaron su salud, pero la suerte de Waters dio un giro cuando, tras un pequeño empujón de su madre, empezó a nadar en el mar.

“Empecé a ir y no paraba de decir: ‘Tienes que entrar, realmente te ayuda con tu salud mental’”, dijo Waters a CNN. “Cuando sales, te da como un subidón, casi como si hubieras despertado en cierto modo. Sé que suena muy raro, pero definitivamente te da esa sensación de cosquilleo de haber logrado algo que nunca antes pensaste que podrías hacer”.

Waters consideró que los beneficios fueron tanto físicos como mentales. “Siempre tienes la sensación de miedo, justo antes de entrar, de ‘¿puedes hacerlo?”, dijo, “pero lo hago y después es una sensación de logro en cierto modo, para tu bienestar físico y mental, definitivamente aporta algo”.

La mujer consideró que primero mejoró sus síntomas psicológicos y luego vinieron los físicos: “Una vez que empiezas a mejorar tus síntomas de ansiedad o depresión, también puede darte beneficios físicos”.

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