Sarah Jessica Parker es una de las referentes de la actuación y la moda. Además de convertirse en una estrella de Hollywood, su nombre es sinónimo de estilo, glamour y tendencia: todo lo que se ponga, se convertirá automáticamente en un objeto de deseo para millones alrededor del mundo. Llegar a ser un ícono para tantas mujeres, no fue sencillo. La protagonista de Sex and the city tuvo que atravesar un camino lleno de adversidades, con marcas que la hicieron crecer pero también, recordarle para siempre desde dónde partió y hasta dónde llegó.
Su debut en el universo del espectáculo fue precoz: empezó en teatro con 11 años en Los inocentes. Siguió en 1978 cuando, con tan solo 13 años, la convocaron para protagonizar sobre el escenario, Annie. No sería un trabajo más, se trataba de uno de los musicales más emblemáticos de Broadway y para ella, de la primera oportunidad de cobrar un sueldo importante y de destacarse. En aquella época, y pese a que se trataba de una adolescente, se hablaba de su deslumbrante manera de interpretar.
Buscando nuevos horizontes, descubrió el cine en 1983 cuando la llamaron para Somewhere Tomorrow. Como suele suceder, tuvo apenas una pequeña participación, pero fue el inicio de algo grande, que se terminó de consolidar en 1998, cuando protagonizó Sex and the City. Si bien para este entonces ya tenía un nombre, porque había protagonizado otros films, esa serie marcó su vida y fue bisagra en su carrera.
El personaje de Carrie Bradshaw le daría tantas satisfacciones como nunca lo hubiera imaginado y un crecimiento sin límites: fue la protagonista de esa ficción que cambió la forma de hacer series “femeninas”, que se animó a explorar temas tabú hasta ese entonces y marcó una era. En ese ascenso sin techo, Sarah encontró la primera oportunidad de probar el detrás de escena, y así se volvió una de las productoras ejecutivas. El producto estuvo seis años al aire y siempre con el mismo nivel de audiencia. Un verdadero éxito mundial. Sin ir más lejos, la actriz tiene 9 premios, entre ellos 5 Globos de Oro, y todos son por el paso por esta serie. Si hubo una ganadora en Sex and the city, sin dudas fue ella, desde todo punto de vista.
El presente es igual de prometedor: el año pasado se lució en la pantalla chica, en And just like that -la continuación de la serie, que retoma la historia años después desde donde concluyeron las películas de la saga- y acaba de terminar de filmar Hocus Pocus 2, una película que se va a estrenar en la segunda mitad del año. Sin dudas, un gran andar para Parker. De alguna manera, el premio al esfuerzo para salir adelante por mérito propio.
Historia de superación
Sucede que Sarah proviene de una familia humilde. Sus padres Bárbara y Stephen se separaron cuando ella tenía 3 años. El papá de la actriz era escritor y según contó ella, de un día para el otro desapareció y su madre se tuvo que hacer cargo de la economía de una casa con cuatro hijos. La señora era enfermera auxiliar y los ingresos no alcanzaban para hacerle frente a los gastos y por eso se desdobló, tomando otros trabajos diversos como limpieza en casas de familia o cualquier oportunidad que se le presentara.
Al poco tiempo se puso en pareja con un camionero que también tenía cuatro hijos. De repente y de un día para el otro, en una propiedad eran diez personas para alimentar y todo se puso aún más complejo. “Me acuerdo de ser pobre. No había manera de esconderlo. A veces no teníamos electricidad. A veces no podíamos festejar la Navidad, o los cumpleaños; o llegaban los cobradores, o la misma compañía de teléfono llamaba para avisar que nos iban a cortar la línea. Y teníamos edad suficiente para atender las llamadas, o ver las reacciones de mi madre, o a mis padres haciendo malabares con la plata”, le contó tiempo atrás a The New York Times.
En este plano, indicó que su peor etapa fue cuando cursó tercer grado en Cincinnati. Allí, la maestra nombraba en voz alta a aquellos alumnos que recibían un ticket del estado para comer gratis en el comedor del establecimiento. El tema es que, de su curso, ella era la única que lo recibía y pese a esto, las maestras la exponían frente a sus compañeros. “Sabía que yo era diferente de los chicos que pagaban por su almuerzo o lo traían de su casa. Era un estigma”, recordó.
Más allá de esto, su mamá nunca bajó los brazos. Siguió trabajando a destajo para que sus hijos reciban la mejor educación. Ella siempre les decía que las cuentas podían esperar, que ciertos servicios si se los cortaban, se podían resolver de otra manera, pero lo que no negociaba por nada del mundo era la formación, porque entendía que era la base para que ellos salgan adelante y no repitan la historia. Por todo esto, cada vez que la nombra sus ojos se llenan de lágrimas.
Su madre también le inculcó la lectura, siempre había libros en su casa y las clases de teatro en el barrio, que eran gratuitas, fueron su mejor formación. Desde la primera clase mostró sus cualidades. Sus profesores eran los que la alentaban para que siguiera adelante. Una verdadera niña prodigio con una misión: sacar a todo su entorno de la pobreza. Una mochila más que pesada, pero que siempre estuvo dispuesta a cargar.
Quien estuvo apoyándola, ante la ausencia de su progenitor, fue su padrastro. A los 12 años, ante los halagos y todo lo que les marcaban sus profesores, el hombre no dudó en llevarla a su primer casting. La subió a la camioneta y recorrieron los 625 kilómetros desde Cincinatti hasta New Jersey, donde se presentó para Los Inocentes. En un abrir y cerrar de ojos se transformó en esa protagonista que el director necesitaba para su obra.
Esa pieza fue fundamental para la familia, no solo fue el puntapié para ella, sino que su padrastro también consiguió trabajo allí como asistente de dirección. Tras la gran repercusión, salieron de gira y allí también entró su madre, como vestuarista. De alguna manera, fue el despegue para todos.
Sarah Jessica empezó a escalar como actriz. Tras ese paso, logró el salto a la televisión, fundamental para lo que vino. Fue en la sitcom Square Pegs, emitida por CBS. Duró tan sólo una temporada, pero ella logró trascender y mostrarse de una manera que hizo que todos se fijaran en ella, en su manera de interpretar. En 1984 tocó el techo con las manos, cuando ingresó a Hollywood. Ese año fue Footloose (1984) y más tarde Las chicas sólo quieren divertirse (1985), y L.A. Story (1991). Todos films taquilleros que le dieron otra magnitud.
En la actualidad, está en pareja con Matthew Broderick. Están juntos hace 25 años y fruto de esta relación tuvieron tres hijos: James Wilkie, Tabitha Hodge y Marion Loretta Elwell Broderick. Los problemas económicos ya no existen, es una de las actrices mejor pagas, tiene una fortuna de más de 150 millones de dólares y es dueña de la productora Pretty Matches, entre otros emprendimientos con lo que sigue recaudando. Pero aprendió una lección, que comparte con su marido: cada uno maneja sus cuentas bancarias y su economía, para que no haya malos entendidos.