El artículo aborda las divisiones dentro del chavismo y la oposición venezolana. Mientras las divisiones chavistas son irreconciliables, las opositoras son más manejables, especialmente con el auge de la figura de María Corina Machado y su fuerza política emergente. A pesar de las diferencias internas, la oposición cuenta con un sólido respaldo del 85% de los venezolanos que desean un cambio, según encuestas.
El chavismo enfrenta dudas sobre cómo ganar en este contexto y apela al apoyo del alto mando militar, lo cual despierta preocupación dado que deberían ser imparciales para asegurar la libertad del voto. La corrupción y el deterioro ético han manchado a la izquierda en Latinoamérica, con ejemplos desastrosos en Argentina y Venezuela.
Se destaca el pesimismo sobre el proceso electoral del 28 de julio, posibles fraudes, y obstáculos tradicionales como centros de votación sin luz o cambios de última hora. Suministros y salud siguen siendo problemas críticos, y sólo los gobiernos podrían manejarlos eficazmente, pero carecen de confianza internacional.
Comparativamente, Argentina y Chile se mencionan como paradigmas en transición política. En Argentina, la reconstrucción ya comenzó, mientras que Chile enfrenta un posible ciclo de gasto y despilfarro bajo Boric.
El artículo concluye que, aunque el gobierno parece decidido a mantenerse en el poder a cualquier costo, la inclinación popular podría llevar a un cambio significativo. Las divisiones internas del chavismo y el respaldo masivo a la oposición sugieren que, de darse condiciones normales en las elecciones, la oposición podría ganar notablemente.Las condiciones adversas incluyen militares partidizados y prácticas intimidatorias en los centros de votación.
Así como se sabe que en el chavismo hay divisiones, hasta irreconciliables, las que existen en la oposición sí son conciliables, más que nada porque se trata de, pueblo a pueblo, el esfuerzo porque la fuerza que siempre estuvo en ese territorio, se vea “invadida” por otra que es nueva… es el choque entre los partidos tradicionales y la fuerza nueva de María Corina Machado. Pero esas diferencias nunca harán que alguno le vaya a votar en contra… es algo que se puede arreglar y que no cabe duda de que sí se va a arreglar. El tema no es menor, porque trabajar juntos y contentos es diferente que trabajar juntos y con “reconcomios”.
Entonces la pregunta que surge es cómo puede hacer el chavismo para ganar en esas condiciones… y la respuesta a priori, es: ¡no debería poder!
Los comentarios anteriores no son especulativos sino una observación de la realidad y de las relaciones causa y efecto que en economía son tan duros como la ley de gravedad, la cual sabemos que no se modifica con decretos ni gacetas.
Tal vez ese cambio en Venezuela no venga de estas próximas elecciones, pero lo que sí es cierto es que cuando 85% de la gente quiere cambiar… pues se cambia… y eso es algo que más pronto que tarde tiene que ocurrir; porque esto no puede seguir así… las cosas tienen que cambiar.
Ya las etiquetas de derecha o izquierda dejaron de tener la representatividad que tuvieron en el pasado, por lo que cuando a alguien se le tilda de derecha, según el momento del que se trate, es un elogio o un estigma. Y lo mismo ocurre con los izquierdistas o “zurdos” como eligieron autodenominarse en España.
En lo político sí llama a preocupación la aparición del alto mando militar dando apoyo partidista formal al actual presidente. Más que nada porque ellos, con el monopolio de las armas, de las municiones y de la fuerza, son los que deberían mantener la imparcialidad que le asegure a cada ciudadano la libertad de elegir.
Hoy, en Latinoamérica, ser de izquierda está mal visto por los pobres resultados obtenidos, no solo en lo económico, que han sido desastrosos, sino por el deterioro ético y moral, que llevó a la “viveza criolla” a extremos tales que costaron miles de millones de dólares en corrupción a países como Argentina y Venezuela.
Vamos a suponer que, durante el 28 de julio no hay impedimentos para votar, con la excepción hecha de lo ya tradicional. Que haya centros sin luz, o que los abran tarde; que a último momento cambien los centros de votación para cada ciudadano y tengan que andar buscando en el fondo de un barrio, cuando siempre votó en la escuela cerca de su casa.
Pero para eso deben alimentarse y mantenerse sanos, y eso es algo que no está ocurriendo. Pese a la gran cantidad de organizaciones privadas que los apoyan, aun no es suficiente, más que nada porque es una tarea que involucra a millones de personas, y cifras de esa magnitud solo pueden ser manejadas por los gobiernos que cuentan con las bases de datos y con las plataformas logísticas para enfrentar el problema.
Y los menciono porque ambos países están en un fin de ciclo, donde ya no hay más para destruir, y, necesariamente debe comenzar la reconstrucción. En Argentina ya comenzó, aunque aún hay que acompañar la inercia de la caída que traía, y, al tocar fondo, poder rebotar, ya sea con la forma de una “V” –poco probable- o de una “U” con una base cóncava que aún puede durar un tiempo para comenzar a surgir nuevamente. Pero hay una sensación masiva de que están bien encaminados.
El caso de Chile también es paradigmático porque en medio de una sociedad floreciente, el ejemplo de Latinoamérica de manejo económico y convivencia política, se produjeron movimientos violentos de protesta para intentar, a través de la izquierda, de ponerle mano a esa riqueza y comenzar el ciclo de gasto y despilfarro. Por eso es que ganó Boric, con esa misión “secreta” de apropiarse y repartir entre los que no se lo habían ganado.
Ojalá el folclore electoral se mantuviera en una figura como la que usé al principio de este artículo, y todo salga bien; y si hay que entregar el poder se entregue, y Lula y Petro apoyen eso, y los gringos nos den un voto de confianza, de que no somos “maulas” y que sabremos honrar nuestros compromisos… que son muchos, con muchos dolientes, y todos, 100%, ya judicializados.
Por El Nacional
Y el mensaje indirecto de esa triste aparición pública es todo lo contrario, y podría leerse como que: “Con las armas y la fuerza, impediremos que el opositor gane”. Por lo que el folclore, que les mencionaba, pasa de castaño a oscuro y es posible que nos enfrentemos a algo inédito que más arriba me preguntaba ¿qué de nuevo podrán hacer? Bueno… parece que lo nuevo va a ser eso.
En el campo económico, la palabra “mejorar” ya no significa nada para el venezolano que sigue quedándose sin luz varias veces al día y a la semana. Y no solo en clases populares, sino principalmente en urbanizaciones de clase media de Caracas, como Las Mercedes, San Román y El Cafetal, que tienen cercanía con zonas carenciadas como El Güire o Santa Cruz del Este. Y ni que hablar del interior, de capitales como Valencia o Maracaibo donde los apagones llegan a las 12 horas por día… medio día sin luz, todos los días.
Que haya “puntos rojos”, y motorizados amenazantes infundiendo miedo; o que haya militares mal encarados que complican las colas, y que intenten cerrar las mesas antes o después de tiempo sacando a los opositores del recinto al momento del conteo. Todo eso me ha pasado… no me lo contaron… pero llegué a la conclusión de que es parte de una especie de folclore de los bullyies de turno abusando de los otros, y torciendo las reglas menores, para buscar un par de puntos de ventaja.
Porque la pregunta que venía flotando en el aire desde el año pasado era cómo van a hacer para ganar sin votos… bueno, es posible que parte de la respuesta se encuentre en esa aparición pública partidizando a los militares.
Porque una cosa es la gran cifra nacional y otra muy distinta es la de cada poblado, donde se conocen todos, y, todos la están pasando mal… inclusive los chavistas. Porque la gran diferencia del fenómeno María Corina es la construcción social bottom up, que significa que lo está haciendo desde abajo hacia arriba y no al revés, como tradicionalmente se hacía.
Por eso es que es tan importante responder a 85% de la gente quienes, según las encuestas, quieren un cambio. Porque si no ocurre, pues los que quedan también se irán. Y el país será menos sostenible, más aislado y con un PBI cada vez más reducido.
Y esta vez, y como una sorpresa, el que está dividido es el chavismo, porque aún para ellos es difícil saber con qué cantidad de votos realmente cuentan. Por lo que, si todo ocurre con la “normalidad” que les comenté, debería ganar la fórmula opositora, casi sin lugar a dudas. Porque unas diferencias pequeñas de 1%, 2% o 3% podrían ser disimulables a la hora del recuento final… pero es que esta vez, la diferencia debería ser muy grande.
Con una oposición unida en más de 90%, porque el resto de los candidatos opositores no llegan a 1%, y Dios sabe por qué se mantienen de esa forma, y no terminan de sumarse. Otra diferencia es la organización de las mesas y la custodia de los votos, así como ir cuidando cada voto que se ejerza.
Además que los organismos internacionales que podrían ayudar solo se vinculan con los gobiernos, y el nuestro, no solo no es reconocido, sino que no despierta confianza. Y es así que cuando se habla de donaciones solo las ofrecen en especies porque sospechan que si fueran en dinero, se perderían.
También, dentro de esa mala normalidad (pero normalidad al fin), está todo lo relacionado con las fantasías de los cambios de votos en los sistemas, y que cada voto opositor, milagrosamente se convierte en uno para el gobierno. Todo lo anterior aunado a una sostenida experiencia de opositores divididos, con un chavismo férreamente consolidado. Lo cual iba preparando el campo para el resultado “irreversible” de que el chavismo había vuelto a ganar.
Lo cual nos saca de la fantasía folclórica y nos acerca a un esquema de “nicaragüización” según el cual, el poder se defiende a toda costa y a todo costo, y se echa mano a todo recurso disponible, considerando que si el resultado electoral no refleja la voluntad popular, es más que posible que a la reacción interna, se sume la reacción internacional que haga que hasta le quiten a Chevron la GL41, y no vuelvan a renovar a las seis empresas de servicios petroleros que se mantuvieron como soporte de lo que queda de nuestra industria petrolera.
Por lo que lo razonable es prepararse, desde el campo empresario, para estar lo más livianos posibles de cargas y tener la flexibilidad de ajustar hacia arriba o hacia abajo según las circunstancias se vayan presentando. Hoy más que nunca el empresario debe estar muy atento a las señales del entorno, más que nada porque nuestra economía depende de los ingresos petroleros, y estos están íntimamente ligados a las relaciones con EE UU, con quien por cierto el gobierno no se lleva bien.
También llama la atención que no se hayan decretado aumentos a los trabajadores, que se le haya trasladado al sector privado una parte de las pensiones que le corresponden al Estado, y que se siga insistiendo con aumento de impuestos.
Claro que la gran diferencia de ese folclore con la actualidad, es que las concentraciones de masas ahora son de María Corina Machado, levantándole la mano al candidato que le permitieron presentar, Edmundo González Urrutia, que resultó ser un buen hombre, sano, honesto y con buena formación ética; que todas las encuestas hablan de una proporción de intención de voto de gente que va a votar con seguridad, donde los optimistas hablan de una proporción a favor de la oposición de 80/20, los no tanto de 70/30, y los otros de 20 a 30 puntos de ventaja de la oposición contra el oficialismo.
Las promesas electorales que comenzó a presentar el gobierno están llegando tarde y se están quedando cortas. Además de ser una repetición, casi palabra por palabra de campañas y de promesas anteriores.
De la variedad de supuestos, es posible que efectivamente vayan a votar 14 millones de personas…. resultado de los 4 millones de afuera que no los dejaron inscribirse, más la abstención congénita, aceptemos 14 millones como cifra de referencia.
O sea que la fuente de financiamiento ya no solo será la de venta de petróleo en negro, sino que deberían apelar a tomar los recursos existentes en el sector privado para nutrir y financiar esta tercera etapa de la revolución. Claro que esas cosas no son para siempre, porque a este ritmo, sin un acuerdo político y de cambio de rumbo, el país como está hoy, se hace difícilmente sostenible.
La sugerencia sería acercarnos todo lo posible al trueque en el sentido de evitar pasar mucho tiempo con liquidez, aunque esta sea en dólares. Porque si algo va a escasear en el futuro, más que dólares, serán inventarios no perecederos… y allí puede estar el ancla de protección.
Además de mostrar como un logro la estabilización de la inflación en cotas tan altas que es casi imposible que los precios suban más, porque, además de todo, son en dólares. Pero claro… tratándose de nosotros todo es posible, ya no solo que los precios sigan subiendo, sino que haya escasez nuevamente. Porque si los inventarios no rotan, y el flujo de caja no se refresca, no habrá reposición y volveremos a los faltantes.
Porque la gente que nos quedó, seamos realistas, son los que no pudieron irse. Con cualquier excusa, pero se tuvieron que quedar. Por eso es tan importante motivarlos para que no lo hagan, y para que se queden, se formen y encuentren un espacio de construcción.
Siempre se dijo en forma irónica que las derechas construían la riqueza de las naciones, y luego llegaban las izquierdas a gastarla, hasta que se acababa, y los países se volcaban hacia la derecha nuevamente, para volver a construir. Y así nos movíamos en un péndulo latinoamericano que facilitaba anticipar los fines de ciclo.
Cuando se acercan períodos de elecciones y se comienza a contar y tomar consciencia de la gente que perdimos, es cuando hay que apelar al realismo y hacer énfasis en los que se quedaron, que son con quienes realmente contamos para mantener al país a flote y prepararlo para el futuro.
Quienes todos juntos en un mismo día estarán en la calle a lo largo y ancho del país… es mucha gente junta, y cualquiera sea la proporción de votos entre uno y otro candidato, da como para que si el que cree que debió ganar, y por alguna cosa rara no lo hizo, esta vez, sí pareciera que la gente se pueda molestar. Esa misma gente que recibe en los pueblos a María Corina Machado, que sienten y se perciben como mayoría esperanzada, va a salir a defender su voto.
La tristeza y preocupación de los militares entrando en la contienda, no es otra cosa que el anticipo de la radicalización que se viene, que como en el caso Nicaragua, habrá un grupo de empresas que mueven el país pero bajo mando militar, y una gran masa de pobres aún mayor que la que tenemos hoy en día.
Todo lo anterior indica que el gobierno, que en su fuero interno cree que continuará en el poder, no tiene la idea de cambiar el rumbo para más apertura sino por el contrario para más radicalización y controles.
Pero ahí es donde las sociedades, cuando maduran, le ponen un freno a esa izquierda, y se deciden por un camino más parecido al bienestar que al malestar. Y así fue que maduró (al menos en parte) la sociedad argentina cuando decidió cambiar, y todo indica que también ocurrirá con la sociedad venezolana que ya hace tiempo tocó fondo.
Por lo que, si es cierto que el chavismo no está ni siquiera pensando en entregar el poder, las condiciones que deben darse, deben superar al mencionado folclore y nos encontremos con situaciones novedosas… no solo para los venezolanos, sino para el mundo en general; porque cuando hablamos de las “trampitas” no ocurren solo aquí sino que forman parte del conocimiento universal. Pero insisto… con 1, 2, o 3 puntos de diferencia pudieran funcionar, pero con un margen tan amplio, el tema estará más complicado.
Y cuando miramos a Europa, fuente de tendencias y principios para nosotros, también vemos cambios orientados a fortalecer los patrimonios, principalmente culturales, y el rescate de valores universales evitando esos juegos eufemíticos de palabras y vocales que lo único que logran es nublar un horizonte que siempre fue claro: La vida se respeta desde su concepción, y se gesta y nace desde un hombre y una mujer biológicamente diseñados por Dios para hacerlo; y volviendo a los principios que nos trajeron a este punto de la humanidad, donde nuevamente tenemos que elegir seguir siendo y evolucionando como especie.