Marisol y Kelvin, dos migrantes venezolanos, narran sus experiencias y motivaciones para regresar temporalmente a Venezuela con el propósito de votar en las elecciones presidenciales el 28 de julio.
Marisol, de 51 años y oriunda del estado Bolívar, vive en Boa Vista, Brasil, desde 2018. Describe su viaje de regreso a Venezuela, que duró más de 24 horas debido a problemas en la carretera. Su motivación principal es votar y, con esperanza, contribuir a un posible cambio que permita la reunificación de su familia.
Kelvin, de 27 años, residente en Cartagena de Indias, Colombia, desde hace cuatro años, también decidió emprender el viaje para cumplir con su deber cívico. Aunque enfrentó múltiples alcabalas y controles de la Guardia Nacional, no se dejó desalentar, convencido de la importancia de su participación en las elecciones.
Ambos viven en situación de estabilidad relativa en el extranjero, aunque conscientes de la difícil realidad de muchos otros migrantes. Marisol y Kelvin sueñan con un futuro mejor para Venezuela y la posibilidad de un retorno definitivo si las condiciones mejoran tras las elecciones.
Entre Boa Vista y el estado Bolívar hay más de 500 kilómetros de distancia y el trayecto dura 14 horas en condiciones normales. Marisol describe su viaje a Venezuela con pocos inconvenientes, aunque se extendió a más de 24 horas.
“Seguramente muchos jóvenes seguirán saliendo de Venezuela, lo que es igual a muchas familias separadas. Al final lo que la gente quiere es salir de este aprieto”, expresa.
“Cartagena ha sido una segunda casa”, dice.
«Mi hija me dejó a los niños y se fue de Boa Vista porque no consiguió empleo. Esas cosas también me motivaron a venir. No es fácil todo lo que estamos pasando. Por eso de alguna manera tenemos que poner todo nuestro empeño, a ver si las familias se vuelven a reunir”, añade.
A los 51 años de edad, la mujer, oriunda del estado Bolívar, vive en Boa Vista desde hace cuatro años, cuando tomó la decisión de sumarse al éxodo migratorio venezolano, que ya acumula más de 7 millones de migrantes, cuenta que lleva desde 2018 la Plataforma de Coordinación para Refugiados y Migrantes. De esa cantidad, al menos 6,5 millones están en países de Latinoamérica.
Si no hay un cambio de gobierno, Kelvin dice que no perdería la fe de que algo así pueda pasar, aunque la emoción que relaciona con ese escenario es la tristeza.
«El conductor tuvo un inconveniente y no llegó. A las 6:00 pm nos vimos obligados a quedarnos allí. La gente de la zona nos decía que eso por allí es peligroso, por la inseguridad y porque la carretera está muy mala. Finalmente tuvimos que salir al día siguiente muy temprano para que no nos volviera a agarrar la noche”, contó.
El Consejo Nacional Electoral (CNE) anunció la fecha de las elecciones presidenciales en marzo pasado. En ese momento Kelvin Vielma supo que quería regresar a Venezuela y empezó a preparar su viaje, pues desde su perspectiva votar es un deber ciudadano.
El viaje por carretera duró casi 24 horas. Cuando Kelvin llegó a la frontera del lado venezolano, empezaron las alcabalas de la Guardia Nacional Bolivariana.
Marisol tiene dos hijos. Su hijo sigue en Venezuela y su hija vive en Brasil, pero en Minas Gerais, un estado mucho más alejado de Venezuela, incluso también de Boa Vista.
Marisol tiene un techo que no es propio y empleo en Brasil. Pero a diferencia de ella, que logró cierto nivel de estabilidad, todos los días ve cómo otros migrantes venezolanos duermen en plazas o calles de Boa Vista, algunos acompañados de niños y niñas. “Son muchísimos”.
Por El Nacional
Para Kelvin, cosas como la extorsión de funcionarios estatales deben desaparecer en un próximo gobierno, el cual tomará posesión en enero de 2025. Si hay un cambio de gobierno, está seguro de que volvería a Venezuela, pero no de inmediato. “Quizá tarde un poco en que Venezuela cambie, pero sí regresaría”.
«Me revisaron el imei del teléfono (código internacional de identidad de un equipo) varias veces e insisten en que podía estar reportado”, cuenta.
Lo que pasa en Venezuela políticamente Marisol Guevara lo ve desde Brasil. Su celular es la herramienta que la mantuvo informada en los últimos meses en torno a las elecciones presidenciales. Y un día, mientras veía redes sociales, tomó la decisión de regresar al país, por unos días, solo para votar el 28 de julio.
El boleto desde Cartagena a Maicao fue una compra que Kelvin hizo con dos meses de anticipación. No pudo reunir mucho dinero pero ahorró lo suficiente para estar justo una semana en Venezuela, la misma semana de la elección más importante en lo que a política nacional se refiere.
Kelvin contó al menos ocho alcabalas desde Maicao hasta Boca de Tocuyo, estado Falcón, entidad donde nació y en la que aún vive su familia. En ninguna de las alcabalas le quitaron dinero, algo que agradece a Dios, pero sí hubo peros por llevar consigo dos teléfonos celulares.
El regreso de Marisol a Boa Vista está estipulado para la segunda semana después de las elecciones. Regresará independientemente de lo que pase el domingo 28 de julio. Sin embargo, si resulta vencedor algún candidato opositor, el regreso será pensando “en el nombre de Dios, esperando los cambios positivos que vendrán” y pensando en un posible retorno definitivo a Venezuela.
El 8 de julio Marisol tomó su maleta, se fue al terminal y se subió a un autobús que la llevó a la frontera. A la 1:00 pm llegó a Santa Elena de Uairén, donde le tocaba hacer transbordo a otra unidad que continuaría el viaje del lado venezolano. Pero la unidad no llegó a la hora estipulada.
Kelvin tiene 27 años de edad y desde hace cuatro años vive en Colombia, específicamente en Cartagena de Indias, tierra que dice querer mucho aunque sueña con un futuro mejor en Venezuela, para él, su hija y sus padres.
«Dije: yo tengo que ser partícipe de eso también, yo tengo que participar en estas elecciones. Y ya me había ido preparando. Hablé con mi jefa y le dije que yo tenía que venir a Venezuela y ella entendió mi posición”, comenta Marisol.