Miguel Henrique Otero, presidente y editor del diario El Nacional, comparte su experiencia desde el exilio en España y su visión sobre el futuro de Venezuela ante las próximas elecciones presidenciales del 28 de julio, donde los sondeos indican una probable derrota para Nicolás Maduro. Otero critica la actitud ambigua del gobierno de Pedro Sánchez hacia Venezuela, señalando el caso Delcygate como un ejemplo de relaciones oscuras con el régimen.
A pesar de la represión, El Nacional sigue siendo un referente de información en Venezuela. Otero destaca la capacidad de adaptación a pesar de la migración forzada de periodistas y la dirección de medios desde fuera del país. Menciona la importancia de las recientes primarias opositoras y las artimañas del régimen para desacreditar a los candidatos, aunque considera que la diferencia en los sondeos hace difícil un fraude electoral efectivo.
Otero afirma que la reconstrucción del país y su economía es un reto monumental, comparando la devastación del PIB venezolano con escenarios históricos de guerra. Sostiene que el regreso a una prensa libre sería inmediato con un cambio de régimen, y señala el papel fundamental de la comunidad internacional en las negociaciones y posibles transiciones.
Respecto al papel de las Fuerzas Armadas, Otero aclara que no son una estructura unificada y operativa como en otros países, lo que complica cualquier intervención decidida. Finalmente, reivindica a su familia y amigos en Venezuela, resaltando las dificultades de ejercer periodismo independiente bajo un régimen opresivo.
—Usted se tuvo que venir a España exiliado en 2015. ¿Cómo ha sido dirigir un periódico a más de 7.000 kilómetros de la redacción?
—El gobierno de Sánchez ha sido muy ambiguo con respecto a Venezuela, muy ambiguo. Ellos inclusive han tenido esta cuestión del Delcygate, y eso es muestra de que tienen unas relaciones, digamos, oscuras con una parte importante del régimen. E independientemente de que ellos, a nivel retórico, defiendan una elección transparente y todo eso, en la práctica el Gobierno de España tiene una una actitud, no digamos de apoyo, pero sí cercana a lo que es la dictadura venezolana.
Por fortuna, la voluntad de Miguel y del resto de su equipo para seguir brindando información de calidad al pueblo venezolano pudo más que el miedo a la represión, y El Nacional continúa siendo a día de hoy el periódico de referencia en su país a pesar de las dificultades. En esta entrevista, Otero comparte con THE OBJECTIVE su visión sobre el presente y el futuro de Venezuela de cara a las elecciones presidenciales del próximo 28 de julio, en las que los sondeos más confiables parecen presagiar una estrepitosa derrota de Nicolás Maduro.
—Son absolutamente fiables, pero el tema es la transferencia de poder. Se han ido cumpliendo las etapas. Nadie creía que se pudieran hacer unas primarias. Se hicieron las primarias y no hubo ningún conflicto. Y esto tiene que ver también con esas negociaciones que se hicieron con los americanos: lo de Barbados, lo de Qatar y ahora lo de esta semana. Se hicieron las primarias, no hubo ningún inconveniente. Después, a la hora de escoger candidato, el régimen inhabilitó a María Corina Machado y a la segunda de María Corina, pero cuando hubo el tercer candidato, que es Edmundo, pues permaneció. Entonces resolvió el problema de la candidatura. Después, el tema de de la campaña electoral. La campaña electoral se ha hecho, estamos a menos de dos semanas y ya vamos a llegar al final. Aquí hay dos etapas posteriores: una etapa es el resultado, y la otra es la transferencia de poder. El resultado, que es obvio el que va a ocurrir, porque todas las encuestas, y como se suele decir, lo que vemos en la calle son 40 puntos de diferencia de Edmundo versus Maduro. Esto es una gente que cree que va a ganar por el fraude. Ese fraude les ha funcionado la mayoría de las veces, pero hay dos veces que no les funcionó: no funcionó con la reforma constitucional del 2D en 2007, la perdieron, aunque después hicieron la reforma igual, pero perdieron la elección, la parte electoral. Y cuando hubo una elección de la Asamblea Nacional, la perdieron. Después montaron otra asamblea y bueno, neutralizaron la derrota, pero la parte electoral no la pudieron evitar, porque cuando la diferencia es muy grande, el fraude electoral no lo pueden hacer. Por ejemplo, a Capriles le robaron la elección porque la diferencia era pequeña. Entonces, le roban las elecciones con un fraude, cuando hubo un referéndum revocatorio, también lo ganaron con un fraude, pero porque la diferencia era pequeña. Pero cuando la diferencia es muy grande es más difícil. Ellos ya tienen preparada otra clase de fraude, pues los cinco millones de venezolanos que podemos votar en el exterior, no votamos. Eso es, en parte, un fraude. Los tres millones de nuevos votantes a los que no dejaron inscribirse, ese es otro fraude. Han redistribuído los centros de votación. Hay 8.000 centros de votación de una mesa para que la oposición tenga problemas en cuidar los votos. O sea, temas como ese hay muchos, pero si la diferencia de votos es muy grande, no les va a alcanzar. Ésa es la etapa que viene dentro de dos semanas. Y hay una tercera etapa, que es el tema del poder. Una cosa es reconocer que ganó Edmundo, que yo creo que van a tener que hacerlo, pero la toma del poder por parte de Edmundo es en enero, y ellos controlan todo el poder público: la Asamblea Nacional, el Tribunal Supremo… Lo que ellos pueden hacer entre un reconocimiento eventual de Edmundo y la transferencia de poder es mucho. Y ahí deben pasar cosas que aún no sabemos qué son, que tienen que ver con movimientos populares, movimientos cívicos-militares, etcétera, que pueden ser determinantes. Pero creer que Maduro, a pesar de que reconozca el triunfo de la oposición, en enero va a llegar y le va a poner la banda a Edmundo y le transfiere el poder, es algo que la gente no lo ve factible.
—No, no. Yo tengo el pasaporte vencido. Ellos pusieron tal cantidad de requisitos que hace que los cinco millones de venezolanos que residen en el extranjero no se puedan inscribir. El mío fue el más fácil: no tengo el pasaporte en regla porque el régimen no me lo da, así que tampoco me pude inscribir.
Miguel Henrique Otero (Caracas, 1947) es un emblema del periodismo venezolano y una figura fundamental en la defensa de la libertad de expresión en su país. Como presidente y editor del diario El Nacional, ha sido testigo y cronista de las transformaciones políticas, sociales y económicas de Venezuela. Hijo del reconocido escritor y periodista Miguel Otero Silva, creció en un ambiente donde las palabras y la verdad tenían un valor incalculable.
—Con las elecciones presidenciales a la vuelta de la esquina, los sondeos están vaticinando una derrota del régimen y una victoria del candidato de la oposición, Edmundo González. ¿Cree que estas proyecciones son fiables?
—¿Ve probable que de aquí al día 28 el régimen inhabilite a Edmundo como hizo con María Corina?
—¿Han sufrido represalias del régimen alguno de ellos debido a su labor periodística? He oído que su hijo ha tenido algún problema con sus negocios allí.
—Bueno, si hay un cambio, si se desmontan los aparatos represivos del régimen y hay un cambio en esa dirección, el regreso a la prensa independiente es prácticamente automático. Porque simplemente con levantar el bloqueo de las telefónicas ya abriste la posibilidad, y es una decisión que se puede tomar en media hora. Ahora que empiecen a nacer periódicos también es una cosa rápida, porque hay capacidad de impresión gigantesca, y la radio y la televisión siguen estando, en la mayoría de casos, en manos de los mismos propietarios de antes de Chávez. O sea que el regreso a un sistema comunicacional abierto y libre es una cosa automática en un proceso de cambio.
—¿Cree que la comunidad internacional debería intervenir, ya sea en una hipotética transición a la democracia o en el caso de un posible conflicto civil?
—Bueno, yo creo que la gente perdió la esperanza porque también ha habido muchos errores por parte de la oposición. María Corina ha demostrado que, primero, ella ha estado en contra de todos esos errores de la oposición durante años, y eso es parte de lo que la conectó con el país. Yo creo que ahora hay una esperanza real. Cuando el país reconoce que María Corina ha sido la más consistente, la que está dispuesta a luchar de la mejor manera, con una valentía y con todo lo que ella significa, creo que esa es la mayor esperanza que tenemos en este momento.
—Bueno, la ventaja es que ya no es un periódico, sino una página web. Todo el periodismo independiente en Venezuela migró a Internet. Cuando nos quitaron las instalaciones ya estaba el covid, y ya todo el mundo se encontraba trabajando a distancia. Entonces lo que hemos hecho es continuar ese trabajo a distancia. Pero claro, es muy difícil. Todos los medios independientes en Venezuela se dirigen desde afuera, porque en Venezuela no hay prensa escrita independiente. Hay prensa en internet, en la web, y todos se dirigen desde afuera: La Patilla, Efecto Cocuyo, Caraota Digital… Todas esas páginas las dirigen desde Miami, desde Colombia, etcétera, porque si las dirigieran en Venezuela les buscaría la policía inmediatamente.
—¿Qué mensaje le gustaría transmitir a todos esos venezolanos que han perdido la esperanza de volver a ver un régimen democrático en su país, que me consta que son unos cuantos?
—Como economista, ¿cuánto cree que podría tardar su país en devolver la inflación a niveles sostenibles si Edmundo consigue gobernar?
—Usted tiene todavía familia, conocidos y amigos en Venezuela.
—Bueno, es que la comunidad internacional está interviniendo siempre. En las negociaciones con los americanos en Qatar, ni siquiera está la oposición venezolana. En la reunión de Barbados sí estuvo la oposición pero en la de Qatar no, eran solamente Jorge Rodríguez, que es el vicepresidente, con el secretario de Estado de EEUU. La última, que fue la semana pasada, no sabemos ni siquiera quién estaba. Los americanos estaban en el gobierno. Entonces los americanos intervienen, está interviniendo Lula y Petro, que están tomando una posición, digamos, en favor de respetar el resultado electoral, que es una cosa un poco distinta a lo que han venido haciendo estos individuos que supuestamente apoyan al régimen. La Unión Europea también interviene, los rusos intervienen… O sea, Venezuela no está fuera de la influencia geopolítica. Ahora, para los que pretenden que los americanos manden a los marines, eso no existe. Eso es irreal, no existe hoy en día. Si hay un conflicto, si esa atomización del ejército produce una guerra civil, seguramente ahí va a haber intervenciones. Pero eso es en un escenario hipotético que tiene una probabilidad muy baja.
—Yo creo que eso tendría un costo demasiado alto. Yo creo que ya estamos en un momento donde no les saldría bien. Lo pueden hacer, pueden hacer cualquier cosa. Ellos pueden hacer como Ortega, llevarse preso a todo el mundo, de hecho está llevándose preso a la gente de los Comandos de María Corina. Pero que de aquí a 13 días ellos saquen a Edmundo de la tarjeta yo creo que es bastante improbable, pero no digo imposible porque ellos pueden hacer lo que les dé la gana.
—Bueno, el problema no es solo la inflación. El nivel de destrucción del régimen de Maduro es una cosa única en la historia. Maduro destruyó el 82% del PIB en seis años. Ni siquiera cuando los aliados y los rusos llegaron a Berlín, que bombardearon toda Alemania y Hitler no se rendía, ellos no destruyeron el 82% del PIB alemán, destruyeron el 70%. Él ha destruido el 82% del PIB venezolano sin que haya habido un disparo, una guerra, una bomba, nada. O sea, es un caso único en la historia. ¿Cómo se reconstruye eso? Es bastante complicado, porque ellos destruyeron el sistema educativo, la infraestructura vial está por los suelos, la industria eléctrica, que es tan importante para el desarrollo, está en un estado deplorable. Y puedo seguir nombrando sectores que en una época funcionaron bien en Venezuela, unos mejor, unos peor, que hoy en día están destruidos. Incluyendo la industria petrolera, que ya es el colmo. O sea, destruiste la gallina de los huevos de oro. Entonces el ya no es un solo tema, no es solamente la inflación. Las variables macroeconómicas pasan también por un tema de reconstrucción de lo más elemental. El reto es gigantesco. Para cuando haya un Estado de Derecho, cuando haya separación de poderes y cuando haya una democracia, un régimen podrá voltear el nivel de destrucción. ¿Pero en cuánto tiempo? No se puede saber.
—Respecto a la industria petrolera, ¿cree que sería conveniente que, con el tiempo, la economía del país no dependiera tan exclusivamente de ella como ha venido siendo lo tradicional?
—Carlos Andrés Pérez propuso en el 73, cuando llegó el gran brinco de los precios, un fondo de estabilización macroeconómica, al estilo noruego. Colocaron en ese fondo una cantidad importante de dinero. Pero eso no duró nada, al rato lo gastaron. Él en parte, y los demás gobiernos después. Cuando hubo otro pico de precios petroleros, lo utilizaron en pagar deudas y en seguir gastando. Esa mentalidad no la tenemos, lo que hicieron los noruegos Venezuela nunca lo ha tenido. Y nunca vamos a regresar a una bonanza como aquella, porque para regresar a una situación como esa tienes que reconstruir una industria petrolera que te va a costar 30 o 40 mil millones de dólares para un petróleo que no sabemos cuál va a ser su vida útil. Hay distintas cosas en el petróleo venezolano, es muy pesado. Entonces hay circunstancias. Yo creo que hay una dinámica que hace que ese discurso no sea tan válido. ¿Vamos a depender del petróleo? Por supuesto, porque tenemos la reserva más importante del mundo. Pero si Venezuela no busca elementos competitivos en otras áreas como la agricultura, el turismo, etcétera, solamente con el petróleo nunca vamos a tener un éxito económico.
—Sí, mis hijas viven allá.
—Si finalmente el régimen pierde claramente y decide enrocarse en el poder, ¿cree que las Fuerzas Armadas de Venezuela lo protegerán, como ocurrió en 2019, o esta vez será distinto?
Por El Nacional
—Entonces usted no ha podido ejercer su derecho al voto a distancia, ¿verdad?
—Respecto al papel de España, teniendo en cuenta que podemos estar ante el fin de 25 años de chavismo, ¿no cree que el Gobierno debería haber tratado de intervenir más en estas elecciones de alguna manera?
—Mirando hacia el futuro, ¿qué expectativas tiene para el papel del periodismo en la restauración del país?
Graduado en matemáticas y con másters en economía y dirección de empresas, Otero no solo siguió los pasos de su padre, sino que también amplió su legado, modernizando su periódico y manteniendo un alto estándar de calidad periodística, con un manual de estilo que se estudia en las universidades de su país. Bajo su dirección, El Nacional ha mantenido una postura firme y crítica frente a los desafíos que enfrenta Venezuela, convirtiéndose en un baluarte de la información veraz en tiempos de censura y represión. Tan molesto llegó a ser para el régimen que hace casi una década tuvo que recurrir al exilio para evitar ser encarcelado, en 2018 se vieron obligados a dejar de producir periódicos en papel, y en 2020 clausuraron las intalaciones de su diario.
—Bueno, ahí hay dos aspectos. Primero, que las Fuerzas Armadas no son las Fuerzas Armadas de un país normal. No es el ejército de Pinochet, que levantaba la mano y tenía 100.000 efectivos detrás levantando la mano igual. La estructura militar tradicional no existe. Aquí no hay jerarquía, aquí las Fuerzas Armadas son grupos: el grupo de los narcotraficantes, el grupo de los maduristas, el grupo de los chavistas, el grupo de los institucionales, el grupo de los opositores, y quién sabe que otros grupos hay. No funciona como un ejército normal. El segundo aspecto es que se trata de un ejército que tiene muy poca capacidad operativa, solamente un 20%, porque el régimen se ha encargado de acabar con ella. Ellos han construido una cosa que llaman el DGCIM, la dirección de inteligencia militar, que es lo que necesitan para reprimir. Pero eso no es un ejército, eso es un ‘miniejército’ que no sirve para un conflicto externo, ni para una represión masiva de un pueblo alzado. Es un ejército que nunca va a dar un golpe, nunca va a tomar el poder, pero un ejército que en estas condiciones se insubordina ante una orden de reprimir a un pueblo, como ocurrió en el 2002, cuando lo de Carmona, que el ejército se insubordinó.
—Sí, claro, él ha tenido problemas porque él era gerente del periódico, lo cual es una injusticia porque el gerente no se ocupa de la editorial, pero ellos van contra quien sea. Es como cuando vendieron una arepa a María Corina, o una empanada a Edmundo, y les cerraron el negocio a los dueños por atenderles. Entonces él tiene esa vinculación, él renunció hace mucho tiempo, pero como nosotros tenemos prohibición de reeditar documentos, yo no puedo registrar que él renunció. Su nombre está ahí todavía en el documento. La arbitrariedad de esa gente llega hasta estos límites. Ellos reprimen cualquier cosa, toman medidas contra cualquier persona, cualquier ente, simplemente porque ven una asociación. Y después, como eso no pasa por juicios normales porque no hay separación de poderes —el sistema judicial es un apéndice del Ejecutivo—, los jueces cumplen órdenes arbitrarias en cualquier momento.