Las elecciones de EE.UU. pueden definirse por la lucha por el voto masculino de la generación Z, donde Donald Trump ha erosionado el dominio demócrata mientras Kamala Harris promueve una nueva masculinidad basada en la empatía. Trump corteja a estos votantes mediante podcasts populares, adoptando una hipermasculinidad demostrada en eventos como la convención republicana en Milwaukee.
Trump atrae a jóvenes sin estudios universitarios, acompañado del senador J.D. Vance. Sin embargo, esto podría alejar al electorado femenino, motivado por Harris, quien promueve el derecho al aborto y una masculinidad representada por figuras como Doug Emhoff y Tim Walz.
Walz personifica un modelo renovado, cómodo en segundo plano junto a líderes femeninas. Este enfoque busca reducir la brecha de género anticipada para las elecciones, con mujeres favorables a Harris y jóvenes hombres inclinándose hacia Trump. Un sondeo de ABC e Ipsos señala que esta brecha podría alcanzar los 18 puntos.
Por Beatriz Pascual Macías |
Por EFE
Washington, (EFE).- Las elecciones de EE.UU. podrían decidirse en una inesperada lucha por atraer al votante masculino de la generación Z, donde Donald Trump ha erosionado el dominio demócrata sobre los jóvenes mientras Kamala Harris ofrece un nuevo modelo de masculinidad, más cercano a la empatía y la igualdad.
El expresidente republicano (2017-2021) corteja a esos votantes apareciendo en podcasts populares entre la generación Z (nacidos a partir de 1997), mientras que la vicepresidenta demócrata intenta posicionarse como una líder fuerte, apoyándose en un nuevo modelo de masculinidad abanderado por su compañero de fórmula, el gobernador de Minesota, Tim Walz.
Esta batalla revela un debate más profundo entre las distintas concepciones de masculinidad que prevalecen en los partidos demócrata y republicano y en cómo estas resuenan entre los jóvenes.
La campaña de Trump abraza una suerte de hipermasculinidad que alcanzó su máxima expresión en la convención republicana en Milwaukee, donde el exluchador Hulk Hogan se arrancó la camiseta en directo y el propio expresidente salió al escenario al ritmo de ‘It’s a Man’s Man’s Man’s World’ de James Brown.
En cada mitin, Trump proyecta la imagen de un líder duro. Cuando en julio en Pensilvania un hombre intentó asesinarlo, se levantó tras unos minutos agachado y, con el rostro ensangrentado, alzó el puño frente a la bandera estadounidense, gritando “¡Luchen, luchen, luchen!”.
Su objetivo, explica a EFE el profesor de la Universidad de Míchigan Aaron Kall, es seducir a votantes jóvenes sin estudios universitarios y que sienten menos afinidad con las ideas demócratas que generaciones anteriores.
Por ello, Trump ha elegido como compañero de fórmula al senador de Ohio, J.D. Vance, el primer miembro de la generación ‘milenial’ (nacidos entre 1981 y 1996) en formar parte de la apuesta de un gran partido por la Casa Blanca.
Sin embargo, en su afán por atraer al electorado masculino, ambos están alejando a las mujeres, entusiasmadas ante la posibilidad de que una mujer llegue por primera vez a la Casa Blanca.
Durante años, Trump ha sido acusado de abusos por decenas de mujeres y este mismo año un jurado le declaró culpable de abusar de la columnista E. Jean Carroll en 1996. Tampoco le ayudan unos comentarios que Vance hizo en 2021, cuando se refirió a las mujeres sin hijos como “señoras solteronas con gatos”.
Harris está haciendo todo posible para movilizar el voto femenino con la promesa de proteger el derecho al aborto, legal durante medio siglo hasta que en junio de 2022 el Tribunal Supremo anuló el fallo ‘Roe vs Wade’.
Además, para contrarrestar esa narrativa del “hombre fuerte” de Trump, la campaña de Harris ha presentado su propia alternativa de masculinidad: hombres capaces de liderar con empatía y cómodos en un segundo plano junto a una mujer poderosa.
Esta imagen la encarnan el segundo caballero Doug Emhoff, quien dejó su trabajo como abogado cuando Harris se convirtió en vicepresidenta, y especialmente Walz, quien representa esa masculinidad renovada, según explica a EFE el profesor de Georgetown Michael Cornfield.
Apodado “entrenador Walz” por su experiencia en el fútbol americano, Walz cuenta con 24 años de servicio en la Guardia Nacional y proyecta la imagen de un hombre sencillo del crucial medio oeste, apareciendo en mítines con camisa de franela y botas de montaña.
En su debut electoral junto a Harris, el 6 de agosto, Walz saludó a la vicepresidenta juntando las palmas de las manos a la altura del pecho, mostrando una deferencia que realzó el aura de liderazgo de Harris.
“Walz es la puerta de entrada para aquellos hombres que se sienten incómodos aceptando la posibilidad de que una mujer pueda ser comandante en jefe. Muestra que los hombres de verdad pueden ocupar un segundo plano junto a mujeres fuertes y capaces”, explica Cornfield.
Según Lanae Erickson, exasesora de Barack Obama (2009-2017), esas diferencias entre los candidatos anticipan que en las elecciones del 5 de noviembre se producirá la mayor “brecha de género” de la historia reciente de Estados Unidos, es decir, la mayor diferencia jamás registrada entre el porcentaje de mujeres y hombres que votan por uno u otro aspirante.
“Hay un entusiasmo sin precedentes por Harris entre las mujeres. En cambio, los hombres, sobre todo los jóvenes que votan por primera vez, están volcándose hacia Trump”, afirma Erickson.
Un reciente sondeo de ABC e Ipsos revela que la brecha de género podría alcanzar los 18 puntos, superando los 12 puntos de 2020 y los 11 de 2016.
Concretamente, Harris aventaja a Trump en 13 puntos entre las mujeres, mientras que Trump supera a Harris en 5 puntos entre los hombres, un fenómeno inédito en la política estadounidense.