El 31 de mayo de 1930 las enfermeras lo llamaron Sansón. Pesaba casi seis kilos. Era un súper bebé nacido en San Francisco, Estados Unidos, hijo de Margaret, una empleada de la fábrica de IBM y de Clinton, un operario en la industria metalúrgica. Se crió en tiempos de la gran depresión económica de los años treinta. Su familia peregrinó en busca de estabilidad financiera. En la adolescencia tenía malas notas y repitió de año. Eso sucedió en el Instituto Técnico de Oakland. La idea era que hiciera el secundario en otra escuela, el Piedmont Junior High School, pero días antes de empezar, arruinó del campo de deportes y le prohibieron el ingreso. No estudió: aprendió oficios para sobrevivir. Hizo de las turbulencias de su vida una coraza. 92 años después, se transformó en un hijo de la cultura norteamericana: Clint Eastwood, actor legendario, director prolífico, el sueño americano.
Pero antes de ser un prohombre de Hollywood, con un extenso currículum y una mega obra -actuó en 72 films y dirigió 40 películas-, fue un buscavidas: guardavidas, limpiador de piscinas, repartidor de diarios, bombero forestal y caddie de golf (el deporte que lo apasiona). En 1951, a sus veinte años y en medio de la Guerra de Corea, hizo el servicio militar en el cuartel Fort Ord, en California, donde también trabajó como instructor de natación.
Allí descubrió su verdadera vocación. En procura de amenizar a las tropas, las fuerzas organizaban espectáculos modestos con actores aspirantes, amateurs. Allí conoció a David Janssen y a Martin Milner, quienes le inyectaron la idea de la interpretación actoral. Allí, en 1951, después de una visita a sus padres en Seattle, era el único pasajero del avión bombardero Douglas AD que se quedó sin combustible y se estrelló en el océano Pacífico, cerca de un destino turístico del norte de California, en Punta Reyes. La futura estrella del cine western protagonizó en la vida real una escena a pura acción: él y el piloto lograron escapar mientras el avión se hundía. Con ayuda de un bote salvavidas, nadaron 3,2 kilómetros hacia la costa.
Tenía 1,93 metros de altura: era un portento físico, mostraba un talante recio, imponente. Comenzó a estudiar actuación motivado también por las conexiones que su cuartel tenía con Hollywood. Le consiguieron una prueba en los estudios Universal. Lo apadrinó Arthur Lubin, director y productor. En 1954 le consiguió su primer contrato profesional: recibía 100 dólares por semana. Atravesó cinco años asumiendo papeles minúsculos como extra hasta que en 1959 le llegó su primer protagónico: la serie de televisión Rawhide, el principio de una carrera exitosa recién a sus 29 años.
Legendario actor del cine western, se volcó rápido también a la dirección. En 1971 dirigió Escalofrío en la noche. Lo hizo gratis: el estudio no quería invertir en un director sin experiencia. Eastwood filmó en la última década casi una película por año. Su último estreno, en 2021, fue Cry macho, del género western con el que hizo leyenda, que también protagonizó. Su obra completa presume de 112 trabajos. Patrick McGilligan, biógrafo, historiador y crítico de cine, escribió en Clint Eastwood, la biografía que “ha ganado más de 500 millones de dólares durante 40 años de carrera, lo que le convierte en uno de los hombres más ricos de Hollywood, con tierras, inversiones y un flujo continuo de ingresos procedentes de mercados complementarios”.
Pero su personalidad esconde sus bemoles. Se casó dos veces y tiene ocho hijos, con seis mujeres diferentes. La madre de Kimber (1964) es Roxanne Tunis. La de Kyle (1968) y Alison (1972) es Maggie Johnson. La de Scott (1986) y Kathryn Ann (1988) es Jacelyn Reeves. La de Francesca (1993) es Frances Fisher y la Morgan (1996) es Dina Ruiz. Y también reconoció a una novena hija más: Laura Murray, fruto de una relación que tenía mientras estaba comprometido con Maggie Johnson. La madre, que no dio a conocer su identidad, apenas cortó la relación con Eastwood se enteró de que estaba embarazada y dio a la bebé en adopción.
Dina Ruiz, su última esposa, era una presentadora de noticieros de televisión 35 años menor que él. Se casaron en 1996 y Dina se sintió muy halagada por eso: “Que yo sea la segunda mujer con la que se casa me emociona”. Todo terminó, 17 años después, como si se tratase de una comedia de enredos. Eastwood comienza una relación con Erica Fisher, ex esposa de un antiguo novio de Dina, Scott Fisher. Y como venganza, Dina vuelve con el mismo Scott.
Reservaba papeles de prostitutas a sus novias y amantes. Sondra Locke, quien mantuvo un vínculo amoroso con Eastwood durante trece años y falleció en 2018 de un paro cardiorrespiratorio como consecuencia del cáncer de huesos y mama que padecía, reveló en su biografía The Good, The Bad, and the Very Ugly (El bueno, el malo y el muy feo) un compendio de actitudes machistas: lo acusa de haberla obligado a abortar dos veces y a ligarse las trompas, luego de haberle mentido asegurándole que se había practicado la vasectomía, y de haber destrozado su carrera profesional tras haberlo demandado.
Alguna vez rechazó un protagónico de Apocalypse Now, que terminó interpretando Martin Sheen. Otra vez negó convertirse en James Bond. Ya con fama de interpretar hombres duros, los productores de la saga le ofrecieron ser el reemplazo de Sean Connery cuándo éste anunció que abandonaría. Dijo que no, porque el rol debería interpretarlo un actor inglés.
Entre sus divinidades y mezquindades se destacan el pavo congelado que cada año le exigía a Warner para regalarle a su madre -murió a los 97 años- en el día de Acción de Gracias y que lo transportaban en un avión privado, el auto con el que se queda después de dirigir cada película y que nunca pagó una cena en un restaurante. Pero su bagaje artístico esconde, detrás del actor y director de cine, más facetas: también es pianista y compositor. Es un melómano y sus géneros preferidos son el jazz, blues, rhythm and blues, el country y la música clásica. A fines de 1959 produjo el álbum Cowboy Favorites. Su hijo Kyle heredó su pasión por la música. Es un renombrado bajista de jazz y también, compositor.
Dueño de una imagen característica, de un rostro impávido, con un escueto catálogo de gestos, hizo de la economía de rasgos su carisma, la profundidad de su caudal de expresiones. Y aunque en muchas películas se lo ve con un cigarro entre los labios, nunca fumó y siempre cultivó una vida saludable. Le gusta el deporte, la alimentación sana y practica a diario meditación trascendental, una técnica basada en la repetición de mantras que aporta serenidad. Ama, particularmente, el golf: tiene sus propias canchas. Es dueño del Tehama Golf Club, un club de golf privado situado en las afueras de Carmel Valley. Y también posee una porción del afamado Pebble Beach Golf Links. Los torneos siempre los aprovecha para actos de beneficencia.
También es piloto de avión y posee un helicóptero. Hace 30 años que tiene la licencia y asegura que es su hobby favorito. Su interés nació en 1969 mientras rodaba una película en Baker, Oregon y tenía que volar todos los días en un Bell 47. El piloto le dejó tomar los controles, pero hasta ese momento no se había planteado aprender en serio. En 1990 sí lo hizo. Tras obtener la licencia visitó el Salón Aeronáutico de París y se compró un helicóptero Aerospatiale AStar y lo mandó a California, donde ya tiene cientos de horas de vuelo. Ama volar, a pesar de que sobrevivió a un accidente. O tal vez por ese mismo motivo, se sienta inmortal. En una película que produjo y dirigió, Firefox, el arma definitiva (1982), interpretó a un piloto de avión. En 2016 también lanzó Sully, hazaña en el Hudson, la historia real de un aterrizaje de emergencia en un río de la ciudad de Nueva York.
Fue alcalde desde 1986 a 1988 en la ciudad en la que vive, Carmel by the Sea, en California, en la península de Monterrey, a 180 kilómetros de San Francisco. Fue elegido con el 72% de los votos, Clint se había enamorado de este lugar en 1951 cuando fue reclutado por el ejército de los Estados Unidos durante la guerra de Corea. Una de las obras que hizo, de las que se enorgullece, es la ampliación de la biblioteca pública, la construcción de una obra balnearia y beneficios que otorgó a pequeños emprendedores para mejorar la economía local. Se cree que Clint es dueño de medio Carmel, pero él se considera un hombre solitario: “Lo he sentido muchas veces. Ha habido etapas en mi vida, tanto en mi niñez, mi juventud, mi adultez y ahora de viejo que me he sentido un solitario como algunos de los personajes que he interpretado o historias que he dirigido”.