Los delfines rosados de la Amazonía ecuatoriana están en riesgo. La caza, la deforestación, la contaminación de mercurio y las hidroeléctricas amenazan a esta especie. La Fundación Oceanids Ecuador (FOE) ha iniciado una campaña para la conservación de este animal y para que se realicen investigaciones en el país.
Como parte de sus esfuerzos para que las autoridades emprendan acciones que permitan salvaguardar a los delfines rosados (Inia Geoffrensis) que habitan en el Amazonas, la FOE entregó un informe sobre la situación extraordinaria de esta especie en Ecuador al ministro del Ambiente, Gustavo Manrique. Además del estudio, la fundación también entregó 11.000 firmas de respaldo de ciudadanos que apoyaron la iniciativa a través de la plataforma Change.org
El informe revela la situación crítica de los delfines rosa en el Ecuador. Según los datos del estudio, entre los ríos Amazonas, que recorre Brasil, Colombia, Perú y Ecuador, y el Orinoco, que atraviesa Venezuela y Colombia, hay 10.000 ejemplares de esta especie. En Ecuador los delfines rosa habitan en la Amazonía baja, en las aguas de los ríos Aguarico, Napo, Curaray y Pastaza.
El delfín rosado, conocido como boto o bufeo, ha sido utilizado como carnada para atrapar al bagre buitre que también habita las aguas del Amazonas ecuatoriano. La caza fue una de las razones para que en el 2019, el delfín rosado ingresara en la Lista Roja de Especies en Peligro de Extinción de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza.
“También hemos registrado que se los caza porque hay la creencia, folclor, leyenda antigua de que los delfines se transforman en otras cosas y le tienen miedo, esto es algo más cultural. También el delfín rosado está peleando con los pescadores por presas y por eso son agredidos hasta matarlos”, indicó Andrea Durán, directora de FOE.
En Ecuador existen al menos 147 especies de este delfín, que es el más grande de los delfines rosados de río del mundo. A pesar de ello, Ecuador tiene una de las poblaciones de este animal más bajas de la región.
Otro de los riesgos que pone en peligro al delfín rosado amazónico son las hidroeléctricas. Un estudio de la Pontificia Universidad Javeriana de Colombia determinó que en Venezuela, Brasil, Ecuador y Perú hay 142 represas terminadas o en proceso de construcción. Estas obras causan daños severos en el equilibrio de los ecosistemas acuáticos pues aíslan a las poblaciones de delfines y los alejan de los cauces principales. También se altera la migración de los peces que son alimento de los delfines rosa. Las hidroeléctricas incluso amenazan su reproducción, pues se ha registrado el aumento de la mortalidad juvenil de estos animales en las turbinas de las represas.
La minería de oro es otra amenaza para la especie. El mercurio que se utiliza en la extracción del oro contamina las cuencas de los ríos y el aire.
La Fundación zona realizó mediciones de las concentraciones de mercurio en los delfines de río y descubrió que los resultados superan los niveles récord de casi 4 miligramos por kilo, cuando el límite máximo es de 0.5, según la Organización Mundial de la Salud.
Una de las principales preocupaciones de la FOE, según Durán, es que las autoridades gubernamentales no han mostrado interés en estudiar a la especie. Los informes de situación que existen son producto del trabajo de las organizaciones medioambientales de la sociedad civil. “Casi siempre se lo estudia desde Colombia, Brasil, Perú y por eso hemos decidido impulsar la investigación de esta especie en el país. Este delfín es una especie sombrilla, es decir, que determina el nivel de vida que tenga el ecosistema y si llegase a desaparecer también desaparecerán otras especies que conviven con él”, aseguró Durán.
Como parte de las recomendaciones del estudio de la FOE están algunas acciones y posibles soluciones para enfrentar las amenazas que ponen en riesgo a las poblaciones de delfines rosados amazónicos de Ecuador. Una de las alternativas es concertar acuerdos que permitan la pesca sostenible con las comunidades indígenas de los pueblos pesqueros, para lograrlo se necesitaría el apoyo de los gobiernos autónomos descentralizados, un sistema de monitoreo del ecosistema del delfín a través de drones, la elaboración de estudios sobre la contaminación para identificar los niveles de mercurio en el agua y las zonas de mayor concentración. Adicionalmente, la organización sugiere una campaña de concienciación y educación ambiental.