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¿Qué está planeando la administración Biden sobre Venezuela?

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La administración Biden ve en la situación actual en Venezuela una oportunidad para el retorno a la democracia, considerando que la permanencia de Nicolás Maduro provocaría más migración a EE.UU.

La Casa Blanca expresó frustración con el régimen, y el Secretario de Estado Antony Blinken reconoció la victoria de González en un comunicado, sugiriendo que Maduro está contra las cuerdas. Esta postura estratégica podría ser presentada como una victoria en caso de que la democracia regrese a Venezuela después de 25 años.

El endurecimiento de la postura de EE.UU., tras los años de máxima presión y luego de las negociaciones y acuerdos en Barbados, busca una transición pacífica basada en las supuestas pruebas del triunfo de González y la falta de credibilidad de la victoria anunciada por el CNE.

El enfoque de Biden podría suavizar críticas republicanas y fortalecer su posición electoral, especialmente en estados con significativos votos latinos. La claridad de los resultados, respaldados por las encuestas y observadores independientes, refuerza la determinación de EE.UU. para abogar por una transición de poder en Venezuela.

Adicionalmente, sostienen los entendidos, la administración Biden está viendo en la situación actual una “luz al final del túnel” que podría conducir al anhelado retorno de la democracia en Venezuela.

Saben, además, que la permanencia de Nicolás Maduro en la presidencia venezolana se traduciría en más migración hacia Estados Unidos, otro punto débil para los demócratas y que también es explotado con fines electorales.

Aunque a mitad de semana la Casa Blanca salió a decir que ya estaba “perdiendo la paciencia” con el régimen, el jueves en la noche el Secretario de Estado Antony Blinken elevó la apuesta con un largo comunicado en el que, palabras más palabras menos, reconoció la victoria de González.

“Creen, realmente, que Maduro está contra las cuerdas”, dice la fuente y de allí la decisión de empujar con más fuerza para provocar el desenlace. Algo que, estratégicamente, le conviene a la administración de Joe Biden y Kamala Harris.

“Por un lado, están convencidos de que González ganó y en esta ocasión -a diferencia de otras en el pasado- tiene pruebas físicas de su triunfo y de que Maduro y el CNE estaría cometiendo un fraude. Y, paralelamente, entienden que entrar en una fase de reconteo de votos es darle oxígeno a un régimen que, saben, está acorralado pero que es un maestro en el arte de la dilación”, dice una fuente cercana al pensamiento estadounidense pero que pidió la reserva de su nombre por lo sensible del tema.

“Todo el mundo lo ve de manera diferente y lo acomoda a sus intereses políticos. Pero sin ese acuerdo, sin esa decisión de EE UU, no estaríamos hoy donde estamos. Si Maduro sale, o se logra un acuerdo que conduzca a su salida y la democracia retorna a Venezuela tras 25 años, Biden o Harris podrían vender esto como una gran victoria”, afirma una de las fuentes.

Si bien Washington se sumó a posturas comunes como la del G-7 (expresando dudas y pidiendo la divulgación inmediata de los resultados), la administración de Joe Biden pasó la página decretando de manera clara que, desde su perspectiva, González ganó las elecciones, por lo que los reconteos son irrelevantes y más bien ha llegado la hora de planear la transición pacífica del poder.

De acuerdo con diversas fuentes consultadas por este diario en Washington, el endurecimiento en la postura de Estados Unidos obedece a varias razones.

Como se recuerda, Biden, tras los años de presión máxima contra Venezuela que arrancaron durante la administración de Donald Trump, optó por un enfoque diferente el año pasado al sumarse a las negociaciones entre el régimen y la oposición que concluyeron en los acuerdo de Barbados: a cambio de un levantamiento de sanciones (temporal) y la liberación del colombiano Alex Saab, el pacto estableció una hoja de ruta que abrió la puerta para las primarias de la oposición y las elecciones del pasado 28 de julio.

Aunque el tema de Venezuela es solo un trasfondo frente a temas de gran calado en la política exterior estadounidense, como la guerra en Oriente Próximo y la invasión de Rusia a Ucrania, sí tiene relevancia e impacto electoral en algunos estados. Particularmente, en la Florida y el voto latino, que serán importantes en las elecciones presidenciales y legislativas de noviembre próximo.

Por lo tanto, adoptar una línea dura en estos momentos les permite a los demócratas neutralizar esa narrativa o, al menos, suavizarla.

El grueso de la comunidad internacional, entre ellos la Unión Europea y una gran parte de países en el hemisferio occidental, incrementaron durante la semana su presión contra el gobierno de Nicolás Maduro para que permita un escrutinio transparente de las elecciones del domingo pasado.

Por supuesto, esas son las “cuentas alegres” que proyecta la administración Biden. En el escenario contrario, es decir, uno en el que Nicolás Maduro sobreviva a la tormenta y se aferre al poder, su figura se podría tornar en verdadero un dolor de cabeza para los demócratas.

Adicionalmente, y eso es quizás lo más importante, si el esfuerzo conduce a la salida de Maduro sería visto como un triunfo rotundo de esta administración.

Y, en unas elecciones tan apretadas como las que se avecinan en Estados Unidos, algo de este calibre podría ser relevante.

Sin embargo, Washington, llamado a ser uno de los actores claves en esta nueva crisis que enfrenta el vecino país, parece haber roto con ese consenso que se concentra en exigir un reconteo de votos e incluso otras propuestas que han rondado como la repetición de elecciones, para, como todo indica, apostarle a la mano dura.

Eso luego de que la oposición aportó evidencia del supuesto triunfo de Edmundo González Urrutia, sumado a que organizaciones independientes como el Centro Carter -invitados por el régimen como veedores- decretaron que la victoria de Nicolás Maduro, anunciada por el Consejo Nacional Electoral (CNE), carecía de credibilidad dada la gran cantidad de irregularidades que logró documentar.

Por El Nacional

Eso sumado a que los republicanos, y eso se vio esta semana, acusan a Biden de ser “muy liberal” y blando con los autócratas de la región. Alegan, a su vez, que el levantamiento de sanciones en octubre pasado (las reimpuso en abril de este año) fue solo un alivio para el régimen que no produjo los resultados deseados.

“Dada la abrumadora evidencia, está claro para Estados Unidos y, más importante aún, para el pueblo venezolano que Edmundo González Urrutia obtuvo la mayor cantidad de votos en las elecciones presidenciales de Venezuela del 28 de julio”, dijo Blinken luego de indicar que las actas disponibles demuestran un triunfo “insuperable” y que los resultados se sustentan en encuestas de boca de urna y consultas con observadores independientes.

De hecho, Blinken felicitó en su declaración a González “por su exitosa campaña” y dijo que ha llegado el momento “para que las partes venezolanas comiencen discusiones sobre una transición pacífica y respetuosa de acuerdo con la ley electoral venezolana y los deseos del pueblo venezolano”.

De momento, lo que sí es claro, y eso se desprende de las palabras de Blinken, es que Washington -o al menos esta administración- se va jugar a fondo en el corto y mediano plazo por lograr una transición del poder en Venezuela.

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